Capítulo 20 - Secuelas para el Alma

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-Emma-

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-Emma-

Mi alma estaba sangrando...

Cuando el auto arrancó, me quebré en un millón de pedazos en los brazos de mi mejor amiga. Mis sollozos hicieron bajar a mamá que también se esforzó por hacerme calmar, pero era inútil. Sentía mi alma sangrar y no había manera de detener la hemorragia. Debía soportarla...

Mamá y Erica me repitieron que no me culpase y que no me dejase caer por algo así, que lo viera como una forma de reencontrarme ya que había detectado un problema que, fuese con él o con alguien más, no me dejaría avanzar.

-Lo sé, pero no puedo evitarlo. ¿Qué pasa si nunca volvemos a vernos? ¿Qué pasa si acabo de perder para siempre a la persona con la que quiero estar toda la vida? -pregunté entre lágrimas.

-Entonces será así -irrumpió mamá sin dejarme continuar-. Y tendrás que seguir adelante. Sabes que yo no creo en el destino y por eso solo puedo decirte que lo mejor que puedes hacer ahora es seguir girando junto al mundo. Eso es lo que él desea, no tengas miedo a vivir -no podía dejar de llorar. Sentía un puñal atravesando mi corazón una y otra vez-. Es mejor que distancien sus caminos por ahora, posiblemente esa sea la forma en la que puedan llegar a corresponderse -mi adorada madre me separó de ella, me quitó el cabello de la frente, secó mis lágrimas y empezó a acariciar mis mejillas-. Pero si alguien llega en el camino de alguno de los dos, en especial del tuyo, no puedo permitir que lo rechaces por miedo a fracasar otra vez o por estar esperando que él se arregle, recuerda lo que te dije ayer, él lo hará sin presión y sin ganas de complacerte si eso es lo que de verdad quiere. No lo culpes a él si continúa su vida y no te limites a ti de continuar la tuya. Lo que tiene que pasar pasará, porque, aunque el destino no exista, la vida da unas vueltas tan incomprensibles a veces que es más factible achacárselo a algo como el destino que a la lógica.

Las palabras de mamá me cayeron encima como un baño helado de realidad. La vida da tantas vueltas que quien sabe lo que pueda pasar mañana, eso fue lo que mi mente aseguró tras escucharla.
Debía mirar hacia delante y perseguir todo aquello que me llenaba. Estaba en la obligación de afrontar el punto dónde estaba flaqueando y lo primero debía ser: Buscar ayuda.

-Lo que viviste de niña es el detonante de muchos de tus problemas e inseguridades, por eso me siento culpable, porque nunca enfrenté la situación desde ese punto de vista, Nunca te dije que lo que a mí me pasó no tenía por qué pasarte a ti y que la vida y las experiencias de cada uno son diferentes -me vi forzada a interrumpirla, pues no iba a permitir que se culpara de algo que jamás se me había pasado por la cabeza achacárselo.

-No tienes culpa de nada, mucho menos de lo que vivimos ambas cuando era una niña. Yo misma me hice una coraza a medida fui creciendo, esta coraza fue hecha por el miedo que tenía hacia el amor, asociándolo con esas situaciones aberrantes que vivimos juntas y que, en un principio, no tenían sentido en mi cabeza, pero que luego entendí no eran ni tu culpa ni mía, eran solo de ese hombre -expresé devolviendo la bofetada de palabras a mi progenitora-. Tú siempre me guiaste por el camino correcto, me criaste como la mejor madre y el mejor padre del mundo y nunca tendré suficiente para agradecértelo, que te quede claro -empezó a llorar conmigo entre sus brazos y yo nuevamente había abierto la cascada de mis sentimientos.

Demons Behind My NeckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora