Capítulo 35 - Aligerando la Carga

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-Emma-

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-Emma-

Al final el inquebrantable candado se había ido rompiendo con el tiempo...

Me repetía constantemente la frase: "Tiene un plan". Martillando mi cabeza una y otra vez a lo largo de los días, con ansías de coger el teléfono y obtener respuesta, aunque tuviese que sacársela a gritos, pero me era imposible, simplemente no tenía la voluntad de hacerlo, no podía presionarlo con algo que por cómo me lo dijo, parecía ser muy serio. ¿Qué clase de plan sería ese? ¿Dejaría todo por su salud? ¿Seguiría igual? ¿Dejaría a esa chica por mí? ¿Me tendría que olvidar de él? Mis sentimientos estaban en una montaña rusa a toda velocidad. Muchas veces ilusionada porque parecía que el futuro para ambos sería brillante, otras veces molesta porque no podía aceptar que estuviésemos distanciados y buscase "refugio" en otra persona simplemente para mantener su mismo ritmo de vida y a veces temía que fuese peor. Algunas veces triste, lo extrañaba y mi confusión provocaba que yo no supiese cuanto él me extrañaba a mí, mucho menos si estaba con esa chica entre sus brazos. Para cualquier persona ajena a la situación, la respuesta a todo podría ser tan sencilla como simplemente volver, pero no podía ser así. Él estaba hundido... y yo no aceptaría una vida con alguien así, ni siquiera porque sintiera mi corazón calcinarse cada día que lo tenía lejos, ni tampoco porque los celos me matasen, simplemente no podía compartir una vida con alguien dañado al cual no puedo sacar de allí a la fuerza luego de haber vivido lo que vivió mi mamá y lo que yo viví de niña...

Mamá se había ido a Nueva York con Morgan un par de días ya que este tenía algunas reuniones de trabajo y le propuso que fueran juntos, me alegré, pero a la vez me sentía desguarnecida, no tenía a mi guía disponible y ese era el momento cuando más necesitaba una cachetada de realidad para despejar la bruma ante mis ojos. Por suerte Erica y Jacob se encargaron de ayudarme con ello. Erica estaba muy ocupada con su negocio, pero al mínimo que tenía tiempo libre, recibía una llamada suya, me visitaba de sorpresa o me obligaba a salir, lo cual me ayudó bastante en esos días. Jacob fue el otro gran pilar, me invitaba a comer, otras veces a simplemente caminar por el parque y disfrutar del paisaje, entendiendo mi bajón de ánimo y sin ganas de meterse en ello, respetaba los límites y eso... me gustaba y valía mucho. Yo respiraba amistad, pero notaba como algo dentro suyo iba cambiando, se mostraba más cariñoso, más animado y efusivo al verme, algo normal cuando ganas confianza, pero sus ojos... esos ojos azules me dictaban algo más. Más de una vez me observaba fijamente por segundos, con admiración y en el momento que yo giraba a verlo o le decía algo, él trataba de disimular, pero se le daba fatal y curiosamente se me hacía gracioso.

En el peor día de todos los que pasaron, Jacob apareció de sorpresa en mi departamento, con comida y su radiante energía, pero yo estaba hundida...

-¿Emma? ¿Qué sucede? –puso las cosas rápido en la mesa y se me acercó.

Yo no podía articular nada, estaba desbordada por todo, por la incertidumbre, la rabia, las ilusiones, el anhelo de tenerlo, los celos de que alguien pudiese estar llenando su vacío y a la vez la envidia por yo no ser capaz de simplemente dejarlo atrás y seguir con mi vida. Me resultaba imposible el solo hecho de imaginarme que no volveríamos a vernos, ni hablarnos, ni siquiera extrañarnos.

Demons Behind My NeckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora