-Aryeh-
Me da miedo la caída, pero me da más miedo que llegue el día en que no pueda sentirla.
Mis ojos pesaban una tonelada, por lo que abrirlos fue una batalla interna. La luz me molestaba y me costó adaptarme a ella hasta pasados unos segundos. Todo daba vueltas y fue tomando orden poco a poco, acompañado de un dolor de cabeza insoportable. Estaba en una habitación diferente. Observé mi alrededor confundido y me percaté que estaba en un hospital, tenía un suero puesto en la mano, un pulsioxímetro en el índice y una tonelada de preguntas. De repente los recuerdos de la noche anterior me golpearon con la fuerza de un derechazo de Muhammad Ali. En ese preciso instante todo recobró forma y sospeché algo que la linda enfermera me confirmó nada más entrar y preguntarle qué demonios me había pasado.
-Sufrió una sobredosis, señor Allard –fue un baldazo de agua fría-. Al parecer la combinación de distintas sustancias hicieron reacción en su cuerpo, digamos que corrió con la suerte de aún estar vivo –explicó con total honestidad.
-Gracias... –me preguntó si dejaba pasar a la visita y le dije que no, que esperaran al menos una hora más en lo que terminaba de acomodar el desastre que estaba hecho mi cabeza.
-¿Qué síntomas tiene?
-Siento como si mi cuerpo hubiese sido aplastado por un maldito buldócer y mi cabeza estuviese a punto de reventar... Sí, creo que eso es bastante preciso –expliqué con dificultad, ella me miró aguantándose la risa-. Necesito fumar, un cigarrillo a lo mejor me quita todo esto que tengo encima.
-Si le doy un cigarrillo probablemente pierda mi trabajo y no creo que usted quiera eso –suspiré frustrado.
-Entonces prefiero estar solo un rato –dije para que saliera de mi habitación-. Una hora –recordé para que no dejara entrar a nadie hasta entonces.
Cerré los ojos y las imágenes de la loca noche anterior me invadieron. Di un show en la fiesta, un par de canciones, la gente se volvió loca. Antes de eso vi una chica hermosa, cabello corto rubio platino y ojos azules, una silueta curva y delgada, era perfecta. Mi primera impresión al verla fumando fue que jamás había visto tanto despliegue de sensualidad en una mujer. Hablamos por un rato en la barra, pero la perdí entre la multitud cuando me pidieron subir al maldito escenario. A partir de allí el descontrol me desbordó. Cigarros, cocaína, whisky. Terminé en la habitación de ese hotel con dos mujeres, las cuales no recuerdo sus caras, y estaba tan lleno de toda esa mierda que preferí pedirles que me dejaran solo. Lo último que recuerdo fue llamar a Alexander y decirle donde estaba, después... Blackout.
Salí de la bruma de mis recuerdos gracias al sonido de la puerta. Alexander entró angustiado, deduje que casi no la contaba solo por ver su rostro.
-Prometí a la enfermera que no iba a pelear contigo, pero no voy a poder. ¡¿Qué tanta mierda tienes en la puta cabeza?! –podía apostar que sus gritos iban a provocar que seguridad lo sacara del hospital y él no se iría hasta que terminase de gritarme aunque tuviese que pelearse con ellos-. Primero: ¡Vas y despides a quien sabe cuántas personas por fallos técnicos y no solo eso, sino que los tratas como si fuesen unas mierdas! Segundo: ¡Te vas a una maldita fiesta multitudinaria sin avisar a nadie y montas un completo espectáculo! ¡Ni siquiera tenías a tus guardaespaldas contigo!
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Demons Behind My Neck
RomanceEn una vida de lujos y fama mundial. Aryeh Allard, una superestrella de la música, debe enfrentarse a la peor cara de la industria, esos problemas que él apoda como: "Demonios". La presión, los compromisos, la poca privacidad y los vicios, son un p...