-Aryeh-
Las cicatrices más profundas son aquellas que se le hacen al alma y tú hiciste la más preciosa de ellas en la mía.
Tenerla a mi lado al despertar era un regalo divino. A pesar de que la única luz que había era la que entraba por las rendijas de la puerta, la estructura de su rostro había quedado tan grabada en mi cabeza, que, aunque no la viese con claridad, podía moldear cualquier parte que no lograse ver. Se empezó a despertar lentamente, miró a su alrededor para luego frotarse los ojos, al percatarse en donde estaba, se sentó de golpe en la cama, cubriendo su cuerpo con la sabana, no parecía entender nada y en ese momento mis defensas se activaron.
-¿Emma? ¿Qué sucede? –podía ver como negaba con la cabeza y se frotaba el rostro con las manos. Encendí la luz de la lámpara al lado de mi cama y me senté a su lado, puse mi mano sobre su espalda y noté como se había contraído, ahí estaban las dudas nuevamente-. ¿Te sientes bien? –su mirada parecía perdida en una bruma de pensamientos-. ¡Emma! –elevé la voz para sacarla del trance y puso sus ojos sobre los míos, pestañeó rápidamente un trío de veces al volver en sí. Su rostro mostraba estrés, se le notaba afligida y con la cabeza repleta de pensamientos que para mí eran ininteligibles.
-Yo llegué hasta aquí ¿verdad? –me sorprendió lo que acababa de decir, imposible que no pudiese recordar lo que pasó, cuando fue ella la que me buscó con vehemencia para luego desatarnos en mi cama. Asentí con la cabeza, quería escuchar que más diría-. Fue... todo muy impulsivo... no sé qué me pasó... –bajó la mirada a la sabana y yo tomé su mano, apretándola ligeramente haciendo que sus ámbares volvieran a mí. Cuando estaba a punto de expresar el sentimiento que yo tenía en ese momento y asegurarle que ella también lo había sentido, habló-. Probablemente fue el alcohol... –no quería aceptar lo que había sucedido, estaba sacando excusas para no asimilarlo.
¿Por qué diablos lo estaba haciendo? Eso no fue alcohol, fue amor, por primera vez estaba seguro que estaba viendo el amor con mis propios ojos, lo estaba sintiendo y ella también, la manera en que sus ojos me observaban, su tacto, sus ganas por mí, por enlazarse conmigo, todo eso era un hecho celestial y no podría aceptar jamás que una maldita botella de champaña fuese la excusa de que se entregase a mí como lo hizo, de que me buscase y me jalase hacia sus deseos más profundos y luego yo a ella a los míos. Lamentablemente, dentro de todo lo bueno, está lo malo y eso malo eran esas nubes negras por las que pasaba su cabeza cuando nos conectábamos físicamente, porque emocionalmente ya lo estábamos desde hace rato, parecía estar reacia a ello y alguna de sus experiencias no fueron simple malas experiencias, al menos una de ellas o incluso dos y muy probablemente las tres, se convirtieron en traumas y el contacto físico aunado al sentimental, le revivía esos traumas.
-Sí... no estás adaptada a ello, así que tendría sentido... lo siento... –se me incineró la garganta al decir eso porque no era lo que de verdad había ocurrido, con o sin alcohol, esa escena se hubiese dado, pero tenía que ayudarla a calmarse de alguna manera y si herirme a mí mismo con esa posibilidad era la única forma, pues que así fuera.
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Demons Behind My Neck
RomanceEn una vida de lujos y fama mundial. Aryeh Allard, una superestrella de la música, debe enfrentarse a la peor cara de la industria, esos problemas que él apoda como: "Demonios". La presión, los compromisos, la poca privacidad y los vicios, son un p...