En una vida de lujos y fama mundial. Aryeh Allard, una superestrella de la música, debe enfrentarse a la peor cara de la industria, esos problemas que él apoda como: "Demonios".
La presión, los compromisos, la poca privacidad y los vicios, son un p...
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-Aryeh-
Una simple interacción de un par de segundos con la persona indicada, aviva más emociones que una fiesta en el lugar más placentero del planeta rodeado por extraños.
Salí del contacto de su hipnótica mirada gracias a que Alexander me llamó para presentarme a Karly. Había olvidado todo por esos segundos, de verdad me encontraba confundido sobre qué demonios me pasaba. Me presenté y nos sentamos en el pequeño comedor que teníamos a un lado del estudio. Karly nos mostró el catalogo, era muy amplio y variado y eso me gustaba. Dijo que ellas podían aceptar ideas para colecciones personales si así lo deseábamos. Dio explicaciones de una idea de contrato y Emma se encargaba de detallarlo para que ambos estuviésemos al tanto de todo. Se complementaban muy bien, por lo que tenían que tener tiempo como equipo. Nosotros aceptamos todas y cada una de las condiciones que nos habían impuesto, después de todo no eran muy exigentes y ellas querían sí o sí nuestras firmas en el papel. Emma le dio un trío de hojas engrapadas a Alexander y luego este a mí. Todo cerrado.
-Tengo una idea –dije en aquel momento atrayendo la atención de todos, pero solo me importaba la de ella-. Tengo una entrevista el viernes, esta terminará conmigo cantando mi último single, me gustaría ponerme un traje hecho por ustedes, vi uno en el catálogo que de verdad me atrajo –antes de dejar hablar a Karly continué-: Pero quiero que vayan con nosotros, les conseguiré pases VIP y podré agradecerles al final del show robando un poco de cámara. ¿Les parece bien? –la cara de emoción de Karly me había dado la respuesta, Emma por su parte se mostraba serena, con una sonrisa ligera, sin perder compostura-. Parece que por tu rostro ya tengo respuesta.
-Sería una tonta si digo que no –aseguró Karly lo que nos provocó una carcajada a todos-. En la maleta debe haber una cinta métrica, tómale las medidas a Aryeh –mi corazón bombeaba a gran velocidad en ese momento. ¿Yo nervioso por tener a una chica cerca? Pues sí, al parecer ella me estaba volviendo loco.
Emma tomó la maleta y nos apartamos de aquellos dos. Sacó la cinta y comenzó a medir mi cadera. Esa posición de verdad me iba a matar a pesar de que no era en lo que pensaba cuando la tenía en mi mente en ese momento.
-Párate firme y procura no moverte ¿ok?
-Lo que usted pida mi capitán –ella sonrió, pero trató de ocultarlo-. ¿Cuánto tiempo tienes haciendo esto? –se levantó a anotar la medida de mi cadera.
-Quizás un año y medio –mi cara de impresión la hizo sonreír.
-Se nota que se llevan bastante bien –indiqué.
-Si en año y medio conviviendo con una persona no logras acercarte a ella o por lo menos intentarlo, tienes un problema.
-Bueno, yo tengo siete años conviviendo con gente que ni siquiera recuerdo sus nombres.
-Son medios muy diferentes, ¿al menos hay motivos para hacer eso? –anotó las medidas de mi cintura.
-Cada quien en su mundo, probablemente. Eso me incluye.
