—No creo que esto sea buena idea.
Mi voz se escucha aterrada mientras observo a Ian de pie frente a mí colocándome el casco de seguridad junto a las rodilleras y coderas. Casi ni puedo moverme bien debido al gran número de accesorios, sin embargo, el vikingo insiste en que debo utilizarlos, al parecer son obligatorios para alguien que nunca en su vida ha montado en un caballo. Para colmo, era necesario que utilizara pantalones y una simple camiseta con el pelo atado en una alta coleta, todo como cuestión de que no ocurriese algún accidente mientras intentaba montar a Sombra, incluso debo de utilizar unos zapatos cerrados con un poco de tacón en la suela para no caerme de la montura.
Habían pasado tres días desde las continuas lluvias y fuertes vientos en los que me escapé de la casa para estar con Sombra, Ian al inicio estaba que echaba chispas del enojo, sin embargo, en el fondo reflejaba el temor y miedo que tenía de que me hubiese podido suceder algo. Finalmente llegamos al acuerdo de que, si iba a seguir cuidando de la yegua, al igual que el resto de trabajadores de la hacienda, debo de aprender a montar un caballo y, como al único que yo era capaz de acercarme sin salir corriendo es a Sombra, nos estaban preparando a ambas para comenzar la practica juntas. Para darme ánimos Cooper no paraba de decir que si alguien podía domar a la yegua esa era yo.
Todos estaban alrededor del espacio de entrenamiento dispuestos a ver el espectáculo, incluso Mason y Roger estaban aquí para presenciarlo, intentaban aparentar seriedad, pero las risas les ganaban a todos, incluso a espaldas de Ian circulaban las apuestas sobre las veces que terminaría yo de bruces en el suelo.
—¿Quieres echarte atrás? —pregunta Ian como respuesta a mi queja inicial, alza la ceja y muestra una sonrisa a modo de reto, sabe perfectamente que no voy a dejar a Sombra de lado.
—Jamás.
—Esa es mi chica valiente. —Besa suavemente mi mejilla.
—¿Estarás ahí si te necesito? —No puedo disimular el miedo en mi voz, en verdad les tengo temor a los caballos, gracias a Dios con Sombra poseo más confianza.
—Siempre estaré cerca de ti cariño, aunque te caigas miles de veces ahí estaré para sostenerte antes de que llegues al suelo.
No puedo evitar sonreír ante el comentario, desde que descubrí la gran posibilidad de que Ian me quisiese de la misma manera que yo a él la esperanza no había abandonado mi interior. Ahora entiendo porque en las antiguas leyendas la esperanza venía encerrada en la caja de pandora, es un mal poderoso, nos engancha a los sueños y deseos más anhelados a la espera de que puedan suceder, pero de no ser así puede destruirnos desde el interior. Por lo menos siento que no me equivoco al pensar que Ian me quiere, si no fuese el caso no me dedicaría palabras tan tiernas o me cuidaría como una prioridad, no se hubiese enojado tanto ante mi fuga...la pregunta es: ¿Lo sabría él? ¿Estaría dispuesto a aceptarlo?
—Bien cariño comencemos por lo básico. —Se aleja un poco sin dejar de dedicarme su tranquilizadora sonrisa, no obstante, su voz adopta un tono más serio—. Lo primero que debes hacer es familiarizarte con el caballo, que te tenga confianza, de ser necesario susurrarle en voz baja palabras de calma cuando estés montándolo. En tu caso será bastante sencillo debido a que de antemano ya estabas en contacto continuo con Sombra.
Me encojo de hombros, sin embargo, debido a su sonrisa sé que no me juzga.
—Aun así. —Prosigue su explicación—. Intenta no realizar ninguna acción o movimiento brusco cerca de ella, son animales que por instinto huyen si se ven en peligro o sobresaltados, tampoco debes gritar cerca de ella para que no la sobresaltes.
Intento asimilar de una vez todas las instrucciones que el vikingo me dicta cuando de reojo observo como Cooper trae a Sombra ensillada y le entrega las correas a Ian.
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OJALÁ...
RomanceÉl necesitaba una esposa, ella necesitaba dinero. Enamorarse no era una opción...pero el destino tenía otros planes.