Año y medio después.
Regreso a la hacienda cabalgando a lomos de Sombra, desde que volví a la hacienda se había convertido en una tradición pasear con la yegua todas las tardes, al inicio solo le hacía compañía, pero luego de tener a mi bebé y recuperarme del parto comencé a atreverme a galopar a mi amiga de cuatro patas.
Ian y yo fuimos bendecidos con una pequeña y hermosa niña de grandes cachetes, cabellos rubios y ojos oscuros a la cual decidimos nombrar como Nina, a la pequeña le encantaba estar sobre su padre e Ian no podía ser más feliz con ello. Incluso, los primeros meses, cada vez que Nina lloraba en las noches, mi vikingo insistía en ser él quien se levantase a atenderla, la mimaba y malcriaba con hermosos regalos, hasta había pensado en regalarle a la pequeña su propio caballo cuando tuviese la edad suficiente para montar, hecho al que yo por el momento me oponía.
—Vive en una hacienda de caballos, es normal que tenga el suyo propio—solía alegar el vikingo.
Ana y Cooper habían sido los padrinos oficiales de la pequeña tal como les prometimos y, al igual que su papá, no dejaban de malcriarla y consentirla. Cooper en particular, luego de que regresamos a Texas, comenzó a salir de manera oficial con Diana y ya en poco tiempo se casarían, mi amiga solía venir de vez en cuando para que la ayudase a planificar la boda y traer libros para leerle a la pequeña Nina en las tardes, quien siempre se quedaba dormida escuchándonos a su padre o a mí leer.
Terminé la universidad a cursos a distancia desde Houston y logré graduarme en muy poco tiempo como Licenciada en Literatura. Luego de ello decidí retomar mi carrera como escritora. Terminé una hermosa novela romántica días antes del nacimiento de Nina, tanto Ian como Mason me apoyaron y ayudaron con los temas legales y conseguimos que una editorial se interesara en mi trabajo. Justo hoy, Mason me haría entrega del primer ejemplar físico de mi obra.
Ian estaba más que curioso pues, aunque ayudo en los tramites y siempre estuvo cerca cuando yo escribía, nunca le mencioné ni la trama ni el título y le prohibí a Mason que le diese alguna pista de ello. Resulta que los pequeños textos y fragmentos que escribí en mi agenda haciendo referencia a mi querido vikingo fueron el punto detonante para mi novela.
Ian me espera con nuestra hija en brazos en la entrada de la casa. Camino feliz a paso rápido hasta ellos y agarro a mi pequeña princesa en brazos.
—Mamá extrañó a su hermosa pequeña—le sonrío y le hago caras raras para que ella también ría.
—Ya Mason está dentro cariño—me informa Ian, quien desde el nacimiento de nuestra hija suele verse más feliz y risueño. Nos mira a ambas mordiéndose el labio y su gesto me llena de curiosidad.
—¿Qué sucede?
Ian me abraza por la espalda mientras nos encaminamos al interior de la casa.
—¿Por qué no me das también un pequeño vikingo? —susurra en mi oído fingiendo inocencia, no puedo evitar reír ante su petición, últimamente se había empeñado mucho en que le gustaría un hermano para Nina y la verdad es que a mí también me gustaba la idea.
—¿Quién sabe? A lo mejor ya viene en camino. —Rio cuando veo como abre los ojos de par en par y me besa fuertemente, carga a Nina y se pone a besarla a ella también de felicidad.
Había esperado a estar lo suficientemente segura de mi segundo embarazo para darle la noticia y da la casualidad que esa mañana el médico me lo confirmo. Entramos los tres en el despacho de Ian donde Mason nos espera, mi amado esposo comienza a gritarle a los cuatro vientos que volverá a ser padre y los dos hombres se abrazan felices, el segundo se gira en mi dirección y me abraza también.
—Creo que debo felicitarte doble. —Me entrega un objeto envuelto en papel de regalo, no me cabe duda que es mi libro.
Retiro el envoltorio y sonrió al ver por fin el fruto de mi trabajo manifestado.
—¿Y bien? ¿Cómo se llama? —pregunta Ian sin poder contener su curiosidad.
Giro la caratula del libro hacía el y disfruto su rostro de sorpresa a medida que lee el título.
—Mi Vikingo Diabólico—respondo para luego volver a abrazar al hombre que amo y darle un tierno beso mientras mantengo a mi hermosa bebé en brazos.
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OJALÁ...
RomanceÉl necesitaba una esposa, ella necesitaba dinero. Enamorarse no era una opción...pero el destino tenía otros planes.