Extra II: Ian.

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Hola mis vikingas y vikingos. Con motivo del 14 de febrero he decidido traerles un extra que me han pedido mucho. Se trata de como Ian compró nuestro famoso ¨Moradito¨.  Este pequeño relato tiene lugar al inicio del matrimonio de Harley y el Vikingo Diabólico. De todo corazón espero que les guste. Como siempre quiero dedicarles este capítulo a las hermosas lectoras del grupo de WhatsApp y también a elsp15, quién me animó a terminar de escribir este pequeño extra. Los quiero.

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«No puedo creerlo, simplemente no puedo».

«¿En qué momento decidí que entrar en una sexshop llena de mujeres con miradas curiosas era una buena idea?».

Sin embargo, aquí estoy.

Luego de haber dejado a Harley en la librería con Diana, utilicé la excusa de que necesitaba comprar cosas para la hacienda para venir a este sitio. Jamás en la vida habría sido mi decisión personal venir a este tipo de locales; no obstante, ver a Harley tan decaída por toda la mudanza y el reciente ataque de sombra fue más de lo que pude soportar. La chica estaba calando de forma profunda en mi pecho, lo que se supone debería ser un matrimonio arreglado en el que las emociones no surtieran efecto estaba fallando.

Su forma hozada, sus ansias de guerra, la terquedad que la caracteriza y su actitud desafiante encendían mi sangre de maneras que jamás he experimentado. Quería provocarla, hacerla enojar y alterarse; pero, sobre todas las cosas, anhelaba volverla a hacer reír y espantar esa aura triste que se ha mantenido en ella luego del accidente con la yegua. Es por ello que le pregunté esta mañana que desearía tener como regalo, solo que ni en mis más locos sueños sospeché su respuesta.

«¿Un vibrador?».

¿En serio?, ¿no podían ser chocolates, películas, ropas, un perro, un gato...? ¡Lo que sea! ¡No! ¡Harley pidió un vibrador! Aunque, la verdad, no estoy seguro de que es peor. Si venir a una tienda llena de clientas mujeres a comprarlo o imaginar que es lo que hará Harley con ello.

Tengo que obligarme a respirar con normalidad y pensar en otras cosas para no caer en la sensación de buscarla. No miento cuando digo que dormir en la misma habitación que esa mujer es una tortura con la que no contaba.

Intentando desviar mis pensamientos de la tentación que se está volviendo ella para mí, avanzo en la tienda con paso decidido. Intento ignorar las miradas curiosas de las féminas que me rodean; muchos ojos curiosos son porque conocen mi pasado y mis supuestos cargos de asesinato contra mi difunta esposa, el resto tan solo imagino que sienten curiosidad al verme aquí. A pesar de ello, la verdadera dificultas es cuando llego al mostrador y me percato de que el dependiente es el único chico de todo esto a pesar de mí y, por la mirada que me está dedicando en estos instantes, como que no es muy difícil darse cuenta quien ha captado su atención.

Sus ojos divertidos me dedican una mirada de pies a cabeza cuando llego al mostrador y, como si estuviera coqueteando, esconde un mechón de cabello detrás de su oreja y muerde su labio inferior con suavidad a medida que me regala una sonrisa.

—¿Algo en lo que pueda ayudarte guapo? —Si inclina casi por completo sobre la barra y sus palabras salen en un susurro como si estuviésemos compartiendo un secreto.

El chico no es mal parecido, sus cabellos son de un tono dorado con pequeños bucles y sus ojos de un verde llamativo; estoy completamente seguro que sería una tentación para muchas personas, sin embargo, y hablando desde el profundo respeto, no es mi estilo. Solo puedo intentar sonreír, en verdad no esperaba ni en mis sueños más locos que algo así me sucediera.

OJALÁ...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora