Capítulo 6

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Siento como si no hubiese transcurrido ni una hora desde que logré conciliar el sueño cuando una fuerte mano comienza a zarandearme. Abro lentamente los ojos, imaginando miles de posibles muertes para la persona que no me permite dormir y, lo primero que observo, es el rostro de Ian frente al mío, mi memoria se inunda de los acontecimientos del día anterior haciéndome consiente de donde me encuentro. Frunzo de mala gana el ceño, siempre que era despertada por alguien o algo, significaba una mala manera de iniciar el día, sobre todo si no pegué ojo en toda la noche anterior, me costaba acostumbrarme a una nueva cama, o mejor dicho sofá.

—¿Qué quieres? — pregunto un poco más grosera de lo necesario.

—Hora de levantarse, hay que trabajar. —Su tono de voz es neutral.

Intento girarme para seguir durmiendo, pero la sensación de un objeto pesado sobre mi abdomen me lo impide, alzo un poco la cabeza y, a pesar de la escasa iluminación de la recamara, veo que se trata de Holmes descansando aún.

«Parece Ian no me mintió cuando dijo que tendría que compartir sofá con Holmes».

Vuelvo a tirar la cabeza sobre la almohada a la par que intento organizar mis ideas, por lo visto mi cerebro aun está medio dormido. Miro a mi alrededor obviando a Ian, cuando algo llama mi atención, además de la poca luz artificial en la habitación, no hay rastro de más iluminación, ¿por qué esta todo medio oscuro? Ni siquiera entran por la ventana los primeros rayos de sol del día.

—¿Qué hora es?

—Las cinco de la mañana.

Ian aún permanece sin moverse de mi lado, sin embargo, el tono de su voz me indica que comienza a irritarse.

—¡Tienes que estar bromeando! No hemos dormido casi nada.

La conmoción había sido más que suficiente para lograr espabilarme por completo. En mi apartamento de Nueva Orleans solía levantarme temprano para ir a trabajar o cuando cursaba estudios universitarios, pero jamás a la cinco de la mañana. «¿Por qué demonios es necesario levantarse a esta hora luego del largo día que tuvimos ayer?».

Le miro detenidamente fijándome en cada movimiento o gesto que realiza para saber si se trata de una broma, pero por lo visto no es así. El vikingo diabólico se encuentra vistiendo unos vaqueros de mezclilla y una camisa sin mangas de color blanco, también lleva un par de botas de cuero, no se parece en nada al look formal que llevaba cuando le conocí, esta ropa combina más con su aspecto de Neanthertal. El olor fresco de su colonia invade mis fosas nasales, por lo visto ha tomado un baño antes de decidir levantarme.

«¿Pero es que este hombre no ha dormido nada?, ni siquiera se ve cansado».

—Debemos comenzar a trabajar.

—¿A esta hora? ¿Y qué haremos? ¿Despertar al sol?

El sarcasmo en mi voz tan solo parece ser la gota que colma el vaso, lo cual debo admitir que me resulta divertido, pero Ian no tardaría en hacerme pagar por mí atrevimiento.

—Escucha princesa. —Acerca su rostro al mío hasta que nuestras narices casi chocan, puedo sentir como trago en seco de manera inconsciente—, O te arreglas y bajas a desayunar en cinco minutos, o te bajo yo ahora mismo con las ropas que llevas puestas, y te advierto, ya mis trabajadores estas todos despiertos y rondando la casa.

La calma en su voz me aterra más que si se hubiese escuchado molesto o alterado; el brillo de sus ojos me da a entender que no está hablando en broma, no dudará en cumplir su amenaza. Quizás, en otro momento, le hubiese retado, pero solo de recordar que las únicas ropas que llevo puestas ahora mismo constan de un fino camisón, las bragas y el sostén, la idea de irle a la contraria se esfuma de mi cabeza.

OJALÁ...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora