«¡Apagado! Nuevamente apagado». Es la única respuesta que recibo cada vez que intento marcar al teléfono de Harley, tal parece que se hubiera esfumado, ha desaparecido por completo sin dejar ningún rastro a excepción de esa carta...la carta. Sostengo la arrugada hoja de papel entre mis manos, ya perdía la cuenta de cuantas veces lo he leído hasta caer dormido o preso de las lágrimas. Yo, que nunca me permití llorar por nada ni por nadie, ni siquiera por la muerte de mis familiares más cercanos o de Melanie...Yo, que jamás fui de expresar mis emociones y siempre las guardé para mí mismo...Yo, ese hombre que calculaba cada riesgo a tomar, hasta el más mínimo detalle con tal de nunca perder...
Quizás si me hubiese atrevido a hacer todas esas cosas antes ahora no me encontraría en esta situación, no tendría que estar encerrado en mi propio mar de lágrimas. Debí decirle tantas cosas cuando tuve la oportunidad: Debí contarle que desde la primera vez que la vi no pude apartar la mirada de sus tenaces ojos llenos de vida...debí contarle lo mucho que disfrutaba de nuestras provocaciones...debí contarle lo mucho que me gustaba despertar a su lado abrazándola, que cuando me levantaba primero la observaba cuando dormía porque me maravillaba verla llena de paz...debí contarle la manera en que apartó las sombras de mi vida y tiñó mi mundo de vibrantes colores...debí contarle la manera en que me transformó en una persona capaz de amar, aunque no mereciera ser amado...debí contarle tantas cosas, pero sobre todo, que deseaba ver a nuestro pequeño crecer a nuestro lado, formar una familia juntos...
Una vieja frase popular viene a mi mente y me maldigo en mi interior: Dile siempre a una persona cuanto la quieres o cuanto te importa, porque cuando se van, por mucho que grites y llores, ya no podrán escucharte. Fui un cobarde, no me cabe duda de ello. No supe cómo reaccionar ante la noticia de ser padre. No obstante, ahora sé que es lo mejor que me han dicho en mi vida. No estoy dispuesto a dejarlo pasar por alto, solo necesito una pequeña pista, un pequeño indicio de donde se encuentra Harley.
Ha pasado poco más de un mes desde su partida, en cuanto llegué al hospital y no la vi me volví loco, desquiciado, cuando leí la carta por primera vez y encontré el anillo que le regalé sentí un nudo de emociones en mi interior: fracaso, tristeza, desesperación y enojo, este último no con ella, sino conmigo mismo. Pensé en todos los lugares posibles donde podía encontrarla, pero fue en vano. Mason me informó que no volvió a su apartamento en Luisiana, ni Cooper ni Dy sabían nada de ella y Ana...Ana no colaboraba mucho conmigo, cuando llamé a la pelirroja lo primero que me dijo es que no sabía absolutamente nada de su amiga, luego de un par de horas y muchas llamadas me confesó que Harley estaba bien, sin embargo, no me diría donde se halla puesto que no quería verme ni saber de mí.
Intenté viajar a Luisiana en cuanto me enteré que Ana sabía la localización de Harley, o por lo menos la sospechaba, pero me fue un poco imposible. La policía me retuvo en comisaría debido al caso de Roger, tanto del asesinato de Melanie como de los atentados a Harley. No presentaron cargos en mi contra pues se decretó que disparé en mi defensa y en la de mi mujer. Ya solo deseaba que todo esto terminara, sin embargo, era necesario que me presente al juicio y testifique cuantas veces fuese necesario.
En otro momento lo hubiese hecho muy complacido, la traición de Roger, mi mejor amigo, había sido como una estocada en mis entrañas. No obstante, me preocupa más recuperar a Harley, tan solo necesito y deseo salir corriendo en su búsqueda. Aceptaría su decisión si no quiere volver a verme, pero primero le diría todo en cuanto a cómo me siento y obviamente, tampoco dejaría a mi bebé sin su papá.
Me encuentro en la habitación de un hotel, no he tenido el valor suficiente para regresar a la hacienda si no está ella, es como si toda la casa hubiese perdido la vida que poseía, ahora era tan solo una construcción en maderas. Por no hablar de que no soy capaz de enfrentarme a la yegua y decirle que su dueña se había marchado. Imagino que Sombra volvería a estar triste...ahora entiendo su dolor cuando perdió a su familia. Harley la comprendía, por eso pudo acercarse a ella, yo soy demasiado cobarde para enfrentarlo.
Tocan la puerta de la habitación, seco mis lágrimas antes de encaminarme a abrirla. Tengo los ojos rojos e hinchados debido al sueño y al llanto, pero ahora mismo no me importa. Al abrir me encuentro a Cooper de pie frente a mí, mi amigo se nota realmente preocupado por mi salud, viene a visitarme casi todos los días. Le hago señas para que entre mientras yo me encamino a por dos vasos para servir un poco de whisky, le extiendo el suyo y doy un sorbo al mío. El líquido baja por mi garganta, quemando desde el interior. Aun sostengo la carta de Harley en mi mano, por lo que la guardo en mi bolsillo.
—No puedes seguir así Ian—me regaña Cooper negando con la cabeza al ver mi destrozado aspecto.
—¿Qué sugieres? —pregunto alzando las manos a la par que tomo asiento en una butaca de la habitación—¿Crees que quiero estar así? —Me muerdo el labio por dentro, Cooper no tiene la culpa de nada—. La cagué amigo. —Muestro una amarga sonrisa—, Puede que la haya perdido para siempre.
Doy otro trago a mi bebida conteniendo el impulso de arrojar el vaso al suelo.
—Eres un completo capullo, es cierto. —Le dedico una mirada arqueando lo ceja, me merezco esas palabras—, Pero no creo que la hayas perdido aun, no a menos que tu pienses lo contrario. Dime Ian ¿La dejarás ir?
—Ni muerto—respondo sin pensar—. Harley y yo aún nos debemos ambos una conversación, sobre todo yo le debo mucho a ella.
Cooper asiente con una sonrisa.
—Ese es más el Ian que yo conozco, el que no se rinde ante los problemas ni se da por vencido tan fácilmente.
—¿Tengo miedo Cooper? —le confieso—¿Qué pasa si no desea volver a verme más nunca?
El rubio se lo piensa.
—Tendrás que respetarla, pero nada quita que no intentes convencerla primero.
Sonrió, mi amigo siempre consigue animarme. Él tiene razón, no debo darme por vencido tan rápido, Harley es mi sueño...y si hay algo que ella misma me enseño y es que los sueños no se abandonan sin luchar por ellos.
—La iré a buscar en cuanto me dejen salir del estado, creo que tengo algunas pistas sobre ella.
Mi amigo, amplía su sonrisa.
—Ya el juicio de Roger es mañana, luego de eso seguro podrás irte, por lo visto no lo extenderán mucho pues el maldito aun esta grave del disparo.
—Me alegra no haberle matado, así podrá pudrirse en la cárcel por todo lo que hizo e intentó hacer...amo mis tierras, pero no valen la vida de las personas que en verdad aprecio, nunca los cambiaría a ustedes por ellas.
—Lo sé hermano.
Chocamos los puños y vuelvo la atención a mi trago. Cooper tenía razón en algo, mañana era el juicio, luego me podría marchar y puedo asegurar que encontraré a Harley y no regresaré a casa hasta lograr que ella vuelva conmigo.
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OJALÁ...
RomanceÉl necesitaba una esposa, ella necesitaba dinero. Enamorarse no era una opción...pero el destino tenía otros planes.