Capítulo 1 "Café"

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Eran las 06:00 am cuando la primera alarma del día sonó. "Me cago en la puta" solo había dormido 3 horas y ya debía levantarme para comenzar un nuevo día de trabajo.

Cuando me mude a España hace un año, nunca me imaginé que mi vida terminaría así. Empaque mi vida en una maleta y emprendí mi viaje hasta la ciudad de Madrid, llegué con miles de metas y sueños que se concretarían mientras terminaba mis estudios universitarios aquí; había sido una oportunidad que no podía rechazar y me aventuré llena de esperanzas. El problema comenzó cuando tuve un enfrentamiento con una chica adinerada, que resultó ser la hija del rector de la universidad. Ella trataba de hacerme la vida imposible cada vez que tenía oportunidad y yo, solo guardaba silencio. Hasta que nombró a mi madre, y con mi santa madre no se mete nadie. Así que 1 hora después, ella estaba en al hospital con una nariz rota y yo expulsada de la universidad. No tenía dinero para volver a mi país, no podía decirles a mis padres que no terminaría periodismo y no me alcanzaba para pagar el alquiler de mi, en ese entonces, departamento.

Luego de unas semanas, conseguí empleo en una cafetería en el centro de la ciudad, la paga no era mucha, pero con algunas horas extras podía pagar algunas cuentas y comer. Y luego de seis meses, esa pequeña cafetería se convirtió en mi rutina de todos los días.

La segunda alarma sonó a las 06:30, si no me levantaba ahora llegaría tarde. Me estiré como pude en el pequeño sofá que utilizaba como cama y suspire "Un día más es un día menos en este lugar" o eso quería creer. Me había mudado hace poco a un limitado piso en un mal barrio de la ciudad, al no tener mucho dinero, comprar una cama no era exactamente una prioridad mientras tuviese aquel sillón. Me dirigí al cuarto de baño y me dispuse a darme una ducha con agua fría para poder reaccionar de una vez por todas, no se ustedes, pero mi cerebro comienza a reaccionar recién como a las 12:00 del día.

Cuando ya estaba aseada y vestida con el uniforme de la cafetería, salí de casa en dirección a la parada de autobús, si tengo suerte podría llegar a tiempo.

Ya eran las 07:30 cuando estaba en la puerta del café.

- Pero... ¿No es esa la chica más linda de todo Madrid? - Sonreí al escuchar la voz de Danae, mi compañera de trabajo y también mi mejor amiga.

-Pues seré tu reflejo querida- Dije mientras me acercaba para abrazarla y saludarla. Danae era la chica más linda que pude conocer y no solo por su personalidad encantadora, sino porque su cuerpo parecía el de una modelo de Victoria's Secret. Con aquella melena corta rubia, su piel de porcelana y sus intensos ojos azules podría enamorar a cualquiera, y no digamos que no se aprovechaba un poco de ello, por algo siempre tenía tan buenas propinas.

Todas las mañanas antes de abrir el local y dejar entrar a los clientes, desayunábamos un café con algún pastelillo ¿Estaba permitido? Pues...no, pero éramos las únicas a esas horas, así que nos la sudaba.

-Bueno, es el momento de comenzar- Sonrió Danae mientras se abrochaba el delantal. El local se caracterizaba por ser uno de los primeros abiertos, y uno de los últimos en cerrar, por lo que la cantidad de público que atendíamos en el día era notable. El lado bueno de todo esto, es que ya conocíamos a varios clientes, a los cuales se les hacía rutina pasar por aquí como doctores, enfermeras, policías y estudiantes, de los cuales ya sabíamos sus pedidos de memoria.

Ya era cerca de medio día cuando la campanilla sobre la puerta sonó al está abrirse, indicando la entrada de un cliente. Danae se acercó a mi mientras atendía una mesa.

-Que a llegao' te está esperando en la barra- Solté una pequeña risa al saber a quién se refería.

- ¿No puedes atenderlo tu? Es que ahora estoy ocupada- Dije mostrándole mi libreta con la mitad del pedido de los jóvenes que tenía al frente.

-Entrégame eso- Dijo quitándome la libreta de las manos- Anda, ve, yo termino con esto y tu ve a comerle el morro- Sonrió traviesamente mientras se giraba.

-Cuantas veces debo decirte que no pasa nada entre nosotros tía- Caminé directamente hacia el hombre sentado en la barra, podía ver su espalda cubierta por una camisa que le hacía resaltar los músculos que poseía. Rodee la barra dejando que su mirada se posara en mi mientras esperaba que me acercase con una sonrisa en su rostro. Cuando ya estuve frente a él, pude apreciar su cabello castaño un poco desordenado, sus intensos ojos chocolate y su barba ya crecida. Si alguien me dice que este hombre no está guapo, es porque esta ciega o tiene mal gusto, coño.

-Buenas tardes, Samantha- Pronunció con aquella voz grave que lo caracterizaba y que pondría los pelos de punta a cualquiera...a cualquiera.

-Buenas tardes, Renato- Dije sonriendo- ¿Lo de siempre? - Pregunte, refiriéndome a su pedido.

-Así es, para llevar por favor- Dijo guiñándome un ojo. Renato y yo nos conocimos mi primer día de trabajo. Él estaba sentado en una de las mesas con algunos libros y cuadernos, y yo pasaba por su lado con una bandeja con algunas bebidas, no sé si alguien me empujo o yo tropecé, solo sé que las bebidas que llevaba terminaron sobre su camisa y uno de sus libros. Luego de muchas disculpas y algunas risas, terminamos intercambiando número de celular, y luego de algunas salidas nos convertimos en grandes amigos. Solo...amigos.

Luego de aquel incidente, Renato comenzó a venir todos los días por su desayuno, si se le puede llamar así ya que viene pasado las 12:00pm, y lo pide para llevárselo a casa.

-Pues aquí tienes- Dije entregándole una bolsa marrón con su pedido- ¿Desayunar a estas horas no te hace mal?

-Nada me hace mal a mí, soy el puto Dios- Respondió riendo mientras yo rodaba los ojos- ¡Hey! no hagas eso.

-Si si, como diga todo poderoso, ahora si me disculpa debo seguir trabajando ¿Podría ser tan amable de pagar su cuenta?

Renato se acercó conmigo a la caja y saco su billetera para pagar la cuenta- Hoy estaré en directo, espero verte allí- Renato tiene un canal de Twitch al cual siempre me invita a verlo ¿Cómo le digo que no tengo internet en casa?

-No creo que hoy pueda la verdad- Dije mientras le entregaba su recibo. Vi en sus ojos como se entristecía- Oh, vamos, no me pongas esa cara, hoy trabajo hasta tarde y llego muy cansada a casa, prometo que pronto lo haré ¿Okay? - Dije mirándolo a los ojos. Nos quedamos un momento así, yo apreciando sus hermosos ojos chocolate y él observando mis ojos verdes. Cuando vi en su cara una pequeña sonrisa, me permití sonreír mostrando mis dientes.

-Está bien, te hablaré luego. Nos vemos mañana, ten un buen día- Dijo despidiéndose.

-Ten un buen directo- Dije viendo cómo se marchaba... como desearía que no se marchara.

-Enserio, si no le tiras caña a ese tío, lo haré yo- Dí un brinco al escuchar la voz de Danae a mi espalda.

-No sé de que estas hablando, solo somos amigos.

-Oh vamos, veo como le miras, estas enganchadísima por él, hasta se te cae la baba por él. Bueno a quien no- Dijo riendo...a quien no...
































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¿Qué tal mis chamas? ¿Qué tal mis panas? Esta es la primera vez que comparto una historia, usualmente solo quedan para mi así que espero que os guste y la disfrutéis muchísimo.

Ramé // Reborn x TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora