Hace algún tiempo...
Estaba saliendo de detrás de la barra sosteniendo con ambas manos una bandeja con algún pedido que en este momento no recuerdo, cuando Alejandro Santo Domingo se paró frente mí.
- ¿Ese es mi pedido? - Preguntó sonriendo, como me asqueaba su sonrisa.
-No señor, es un pedido para la mesa cuatro- Dije completamente seria.
-Pero vamos a ver, ¿Es que no sabes quién soy yo? - Desearía no saberlo- Si yo digo que este pedido es mío, es porque lo es- Pronunció con descaro, a lo que reaccione frunciendo el ceño- Pero vamos, no me pongas esa cara, aunque debo admitir que me gustan las chicas malas- Comenzó a acercar su mano a mi rostro con la intención de acariciarlo, yo retrocedí un par de pasos hasta chocar con la barra, lo que le hizo sonreír. Cuando estaba a punto de tocarme, una mano lo detuvo tomándolo de la muñeca.
-La señorita no le ha dado permiso para tocarla "señor"- La cafetería quedo en un silencio sepulcral donde solo se podía escuchar la amenaza en aquellos graves tonos- Así que le pediré que no insista y se retire por las buenas- Renato soltó la muñeca de aquel hombre con brusquedad dando a entender que era el último aviso y que lo mejor era que saliese por la puerta por su propia voluntad, lo cual hizo. Cuando el tío desapareció de la vista de ambos, Renato se volteo a mirarme, podía notar lo tenso que estaba- ¿Estas bien? - Preguntó con el ceño fruncido.
-Si, lo estoy, gracias por eso...
- ¿Renato? – El hombre frente a mi me regalo una de sus cálidas sonrisas, aunque por sus ojos podía notar que se sentía un poco incómodo.
- ¿Puedo pasar? – Preguntó.
-¡Oh! Si, si, pasa- Dije dándole espacio. Una vez dentro y con la puerta cerrada pregunte- ¿Cómo es que estás aquí?
-Danae me dio tu dirección cuando fui a la cafetería y pregunté por ti- La mataré, mataré a esa mujer- Me dijo que te habían despedido ¿Qué cojones pasos?
-Pasó que llegó Sir Alejandro Santo Domingo- Dije con un todo de burla y desprecio a la vez- El mismo tío de siempre a tocar los cojones, pero esta vez tuvo el atrevimiento de tocarme el culo.
-Pero. ¡Ese maldito gilipollas! ¡La madre que lo pario! Le moleré la cara a puñetazos a ese anormal- Dijo frunciendo en ceño y dirigiéndose a la puerta nuevamente.
- ¡Hey, hey, calma! - Dije tomado su brazo- Que no pasa nada, que ya fue, que le volteé un café en la entrepierna- Dije rápidamente tratando de calmarlo. Renato se quedó en silencio un momento mirándome sin ninguna expresión en su rostro.
-Le vaciaste un café ¿En la huevera? - Preguntó incrédulo mientras yo asentía con la cabeza. El silencio de la habitación se interrumpió cuando la risa de Renato invadió el lugar- No me lo puedo creer- Su risa me contagio y pronto ya estábamos ambos riéndonos de la situación.
- Pues como lo oyes, así que compórtate si no quieres que te cocine las pelotas.
Ya habían pasado unos minutos y ambos nos encontrábamos más tranquilos sentados en el sofá. Estaba masticando un muffin de arándanos de Danae me había enviado con Renato, diciendo que seguramente no habría desayunado, y no se equivocaba. Los muffins de arándanos siempre fueron mis favoritos de la pastelería, me recordaban al primer día que llegue a España. Ya lo sé, dirás ¿Qué tiene de español un muffin de arándanos? Pues la verdad es que nada. Cuando llegue aquí, luego de unas cuantas horas de viaje, pasé al primer lugar que vi a comer lo que fuese, y eso fue un muffin de arándanos, la verdad es que-
-No puedes vivir aquí- Dijo de repente el castaño a mi lado sorprendiéndome.
- ¿Como? – Pregunte algo desconcertada.
-No puedes vivir aquí- Repitió esta vez mirándome a los ojos.
- ¿Por qué? - Me atreví a preguntar, aunque ya sabía la respuesta.
-Porque si este no es el peor barrio de toda la puta ciudad, está entre el top 3 como mínimo. Me impresiona que no te hayan apuñalado ya la verdad.
- ¿Y qué es exactamente lo que quieres que haga? - Dije un poco molesta- Las camareras no ganamos mucho para que sepas, con suerte podía pagar este lugar con mi anterior sueldo, imagínate cómo será ahora cuando no tengo empleo- El silencio volvió a hacerse presente por unos segundos.
- ¿Qué hay de Danae? ¿No puede hospedarte un tiempo en su casa? - Preguntó el de barba.
- Danae tiene suficientes problemas con los trillizos como para además cargar con los míos.
- ¿Danae tiene trillizos? -Preguntó desconcertado.
- ¿Qué? No. Su madre tiene trillizos, son sus hermanos.
-Oh...- Fue lo único que dijo por un tiempo.
Sabía que tenía razón. Nadie sabia mejor que yo que no podía seguir viviendo en aquel lugar con el miedo constante a que me pasara algo mientras caminaba por la calle o esperar a que alguien entrase e invadiera lo que hoy llamo hogar. En las noches no podía dormir del miedo a que algo pasara. Los gritos, los disparos, las drogas que rodeaban al barrio me ponían nerviosa y me comían el coco.
- ¿Qué se supone que haré ahora? - Pregunte en voz alta, mas para mí misma que para mi compañero. Pero fue su respuesta la que me dejo perpleja.
-Venté a vivir conmigo-
- ¿Qué?
- ¿Me harás repetir todo lo que te digo? Te digo que te vengas a vivir conmigo.
Comencé a reír por lo dicho por el castaño hasta que noté como cruzaba sus brazos frente a su pecho y me miraba seriamente.
- Es una broma ¿No? - Pregunte, a lo que él respondió negando con la cabeza- Pero ¿Qué estás hablando? ¿Sabes lo ridículo que acabas de sonar?
- ¿Por qué? Tu misma dijiste cuando fuiste a mi casa que era un lugar muy grande para estar solo.
-Solo fue un comentario, tampoco es tan grande, no te pases- La vez que estuve en casa de Renato fue una noche en la que habíamos quedado para salir, pero se había puesto a llover. Estábamos cerca de su casa así que decidimos pasar la noche allí viendo películas mientras comíamos pizza.
-Tengo una habitación de invitados que nadie nunca ocupa- Comenzó a decir mientras tomaba una de mis manos- Y tú no puedes seguir viviendo aquí teniendo como amenaza constante el que te maten o algo peor, me niego a aceptarlo, así que como tú no tienes dinero para cambiarte a otro lugar y yo tengo una habitación extra- Pronunció mirándome a los ojos- Vente a vivir conmigo.
-Yo...-No sabía qué decir, por una parte, mudarme con Renato me sacaría del hoyo donde estoy ahora, incluso tendría una cama donde dormir. Pero, por otro lado, compartir piso con alguien podría volver las cosas un poco incómodas.
-Compartamos piso- Dijo interrumpiendo mis pensamientos- No te estoy pidiendo nada malo Sam, solo me preocupo por ti. Compartamos piso como cualquier par de amigos que comparten piso en Madrid.
Si...amigos...
..........
Uy Renato el atrevido ¿Qué creen que diga Sam?
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Ramé // Reborn x Tu
Fanfiction"Ramé, algo que es caótico y hermoso al mismo tiempo" Cuando Samantha se mudó a España, esperaba que su vida cambiara para mejor, terminar la universidad y convertirse en una periodista reconocida; pero la vida le daría un giro de 360 grados al ser...