7. Los profundos pensamientos de Patas chuecas

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La alarma no sonó ni por cinco segundos y Jackson ya se había despertado, tomó asiento en su cama y se quitó la cobija de encima, le dió repetidas palmaditas en la cara a su hermano para que este se despertara, claramente no funcionó.

Hizo como pudo para salir de la cama sin aplastar o hacerle daño a su hermano mayor, y cuando lo logró, salió corriendo al baño para tomar una corta ducha. Todo lo que era de limpieza personal lo hizo mientras se bañaba; lavarse los dientes, lavar su rostro y aprovechó para incluso lavar sus calzoncillos.

Solo se tomó seis minutos en el baño y regreso a la habitación para cambiarse. No le tomó por sorpresa el que Gefry siguiera dormido, se acercó al mayor y lo movió con cuidado del hombro, mientras le decía en voz baja «Gefry, despierta, ya es tarde» y como respuesta, su hermano se envolvió en la sábana. Blanqueo los ojos. Se dirigió a su cajón y dispuso a cambiarse, todavía tenía que despertar a su madre y hacer el desayuno, así que no podía demorarse poniéndose el uniforme.

Se hizo su clásico peinado; llenarse de gel varios mechones de cabello y ponérselos en el rostro divididos por su frente y las patillas, cuando estuvo listo, se dirigió al cuarto de su madre, ella al igual que su hermano; estaba dormida. Tocó repetidas veces la puerta para despertarla, y no ocupo de mucho para que la mayor se pusiera de pié. Ahora solo necesitaba preparar el desayuno.

A paso veloz fue a la cocina. Era en las mañanas cuando agradecía que el departamento fuera tan pequeño, pues no le costaba nada de tiempo ir de un lugar a otro. Abrió la nevera, sacó rápidamente la leche y la sopa de repollo que había preparado el día anterior, no le sorprendía para nada que la sopa estuviera casi intacta, pues él fue el único que la ceno.

Se sirvió algo de sopa en un tazón, la metió al microondas, sacó el café y cereal de la alacena, sirvió un poco de cereal en un plato, para después encender la estufa y poner una pequeña olla para calentar agua, pues debía prepararle un café a su madre.

A los minutos, Gefry y Cherri llegaron a la cocina, para desayunar todos juntos. Esa era la parte del día que más le gustaba a Jackson, además de la cena, pues estaban todos comiendo juntos a la par que bromeaban y se deseaban lo mejor para el día. Amaba desayunar en familia.

—Tenemos que irnos ya —le dijo a su hermano mayor, después de que se terminó su sopa y se dió cuenta de la hora. No era para nada tarde, y agradecía eso, pues si salían en ese preciso momento, llegarían quince minutos antes de que empezarán las clases, así podía ir a saludar a Vicentillo a la biblioteca y llegar a su primera clase tres minutos antes de que está empezará.

—Deja me acabo mi cereal —dijo Gefry, con la boca llena, antes de hacer la cuchara aun lado para poder beberse todo lo que le quedaba, pues sabía que Jackson no lo dejaría tomarse su tiempo para terminar tranquilamente.

Se despidieron de su madre y salieron del departamento, justo al frente estaba el departamento de Rodrigo, el conserje del instituto, quien rara vez se topaba con ellos a la hora que salían, pues él se iba mucho más temprano. Bajaron las escaleras hasta llegar al primer piso, y finalmente salieron a la calle.

Volteó a ver al mayor, otra vez no se había peinado, no se había fajado la camisa y estaba completamente seguro que los libros que llevaba en su mochila ni siquiera eran de las materias que vería ese día. Prefirió no decirle nada, pues no se necesitaba ser un genio como para saber que Gefry no haría más qué ignorarlo o decirle que no era para tanto.

¿Cómo Gefry era tan relajado? En ocasiones a él le gustaría ser igual. No se preocupaba por su apariencia física, tampoco por ser puntual, ni siquiera se mortificaba por sus calificaciones. Lo envidiaba sanamente por eso.

Siendo el personaje secundario de mi propia vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora