53. Chiquitrepadoras de vuelta a la acción

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El frío de Diciembre solo se intensificaba al pasar los días y, para los estudiantes, lo único que les daba algo de calor era saber que cada vez faltaba menos para dar inicio a las vacaciones de invierno.

Ese día Gefry, Borbando, Jackson y Frank esperaban impacientes a Tom, debido a que éste les llamó diciendo que iba a recogerlos en compañía de alguien muy especial.

Frank no tenía problemas con esperar fuera del instituto, el frío tampoco le importaba, pues desde que salió no había dejado de abrazar a Gefry. Borbando se tocaba la cara cada cierto tiempo para darle calor con sus manos, y Jackson no paraba de preguntarse quien era ese alguien especial con el que llegaría Tom.

El menor de los Menaminez cada vez luchaba más con las ideas que no paraban de formarse en su cabeza, a la vez que seguía sin poder comentarle su problema a nadie.

—Menaminez, yo también tengo frío —le dijo Borbando, extendiendo sus brazos en la espera de un abrazado. Frank le gruñó—. Oh, Miler, no te portes como un perro.

—Abraza a Jackson —le ordenó Frank—. Gefry está ocupado.

—Yo no quiero que me abracen —soltó Jackson, abrazándose a si mismo. La mandíbula le temblaba, pero no le gustaba mantener contacto físico con alguien que no fuera Tom.

—Por favor, pequeño Menaminez. Los dos nos morimos de frío, no actúes así —le contestó Borbando, acercándose a él para abrazarlo.

—¿No te alcanza con el abrigote que traes? —le cuestionó Jackson, de mala gana.

—Me gustaría, pero no —contestó el rubio, acercándose más al contrario.

Jackson dió un paso hacia atrás. No importó cuánto retrocedió, al final terminó envuelto en los brazos de Borbando, quien le dió la impresión de ser un gatito en busca de calor.

Al estar rodeado por los brazos del rubio pudo darse cuenta de algo: No tenía nada en contra de él. Benito le agradaba y le gustaba pasar el tiempo a su lado, su único inconveniente era que Tom pudiera llegar a ver más allá de las numerosas cualidades de éste y lo comenzara a ver de otra manera.

—No se te van a caer los brazos por abrazarme, pequeño Menaminez, te lo aseguro —le dijo Borbando, comenzando a mecerse de un lado al otro.

Gefry se tomó con gracia como Jackson parecía tener un enorme conflicto interno ante la simple idea de regresarle el abrazo a Borbando, mientras él seguía envuelto por los brazos de Frank y sentía la mejilla de éste en su hombro.

—Chicos, ¿creen que Wilson llegué acompañado por otro universitario? —les preguntó Benito. Jackson seguía sin regresarle el abrazo.

—Tal vez venga con su mamá —contestó Frank—. No sabemos nada de esa doñita y sería bueno saber si ella es tan perfecta como Tom.

—Su mamá si es muy buena persona. No la consideraría alguien perfecta, pero es muy amable y paciente —informó Jackson, sin dejar de ser movido de un lado al otro por el rubio.

—Es algo muy bonito que tengas en alta estima a tu suegra —le dijo Borbando a Jackson—. Creo que a muchos nos gustaría lo mismo.

—¿De que hablas? Tú no tienes suegra —le recordó Frank. Borbando desvió la mirada indignado.

—Algún día la tendré, Miler —juró Borbando—, y mientras aprenderé de la relación que tienen Wilson y el pequeño Menaminez.

—¿Eh? ¿Por qué de nosotros? —le cuestionó Jackson, juntando ligeramente las cejas.

Siendo el personaje secundario de mi propia vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora