9. El Perrucho Miler es ignorado por Gordo mamón

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En un tranquilo vienes de clases, los cuatro amigos se dirigieron a su buen lugar de reunión, grande fue su sorpresa al darse cuenta que había personas invadiendo su espacio. Se suponía que nadie ponía ni siquiera un pie en esa parte fea del jardín, y ahora resultaba que ese era el lugar favorito para los chicos del club de fotografía.

—Creí que nadie venía aquí —dijo Tom, deteniendo su paso al ver qué su lugar de reunión ya estaba ocupado.

—¿Creen que sirva de algo irle a rogar a Rodriguito para que nos deje comer con él? Podemos decirle que nuestros amigos faltaron, siempre acepta con eso —propusó Gefry, listo para dar media vuelta e ir en busca de su amigo él conserje, ya que realmente no veía otra alternativa.

—Tranquilos, mis amigos, esos invasores ya se van —les aseguró Frank, corriendo hacia donde estaban los chicos de fotografía.

—Por favor díganme que no nos dejara en ridículo —pidió Jackson, viendo como Frank se aproximaba de forma violenta a los fotógrafos.

—No suena nada mal irle a rogar al conserje para que nos permita almorzar con él —comentó el más alto de los cuatro, pues Frank ya estaba al frente de los supuestos invasores.

En cuanto Frank se paró frente de los fotógrafos, estos lo vieron confundido, se veía molesto, y ellos no tenían idea de porque, no pensaban decirle nada, incluso consideraron hacerle espacio para que los acompañará a almorzar, pero lo único que hizo Frank fue patear una pequeña piedra que terminó dentro de la sopa de Benito Borbando, quien era integrante del club de fotografía.

—¿Que te pasa? —preguntó Borbando, más confundido que enojado, desviando la mirada de su sopa arruinada a Frank, quien no parecía dar señales de querer contestar su pregunta.

—Tienen un minuto y trece segundos para irse de nuestro lugar —les informó Frank, a los chicos fotógrafos, quienes no hacían más que almorzar. Al no tener más que miradas confusas como respuesta a su amenaza, Frank volvió a hablarles—. Ahora solo tienen treinta segundos.

—No tienes porqué ser violento, puedes sentarte con nosotros a comer —contestó uno de los integrantes del grupo, con una sonrisa nerviosa. Algo le decía que Frank no tenía muchas ganas de acompañarlos.

—Creó que no te agrado mucho, pero no es necesario arruinar más sopas —habló Bordando, antes de ponerse de pie, y sacudirse un poco el polvo para acercarse con cuidado a Frank—, es más, si de momento no estás dentro de ningún club, puedes unirte a nosotros. Una vez al mes nos reunimos en mi casa a comer pizza y ver películas.

—Vamos a pelearnos —soltó Frank, con tal firmeza que Benito retrocedió un poco. En parte quería pelearse con él porque era obvio como molestaba a Gefry todos los domingos.

Y mientras todo esto pasaba, los otros tres miraban toda esa escena desde lejos. Ninguno lo decía, pero sabían que debían ir hacia allá para intervenir, pues apesar de lo poco que conocían a Frank, algo en su interior les decía que estaba a punto de meterse en algo grave.

—Oye, no hay porque pelearse. Puedes comer aquí con nosotros —intervino uno de los integrantes del club, antes de voltear a ver a los que parecían ser los amigos de Frank—, es más, tus amigos también pueden venir.

—¿Es porque no te agrado? Podemos conocernos, llevarnos bien, te aseguro que podemos ser amigos si hablamos un poco —propusó Borbando, antes de que Frank se lanzará sobre él.

Fue justo en ese momento cuando Gefry, Jackson y Tom salieron corriendo para separar a Frank del rubio. En cuanto llegaron al lado de los dos, vieron como el más bajo no paraba de darle fuertes palmadas a Borbando en la frente, mientras jalaba de su cabello, ya que Frank consideraba que como Benito no podía hacerle pelea, no había necesidad de usar los puños.

Siendo el personaje secundario de mi propia vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora