Conforme las vacaciones se acercaban, Gefry se veía más interesado en sus estudios, como si toda la energía y concentración que debió poner en las clases a lo largo del año apenas estuvieran apareciendo.En un par de semanas, las vacaciones de verano iniciarían, pero antes de eso iba a recibir sus calificaciones, y Gefry estaba seguro que serían demasiado bajas. Para su suerte, los exámenes apenas iban a empezar, así que tenía tiempo para estudiar un poco.
Estaba sentado en una esquina de su habitación, al lado de la ventana. La pequeña luz de noche de Jackson era lo único que iluminaba las páginas de su libro.
Todos se encontraban dormidos, incluso Niño Perro, por lo que no había nada que pudiera frustrar los intentos de estudio de Gefry, a excepción del potente sueño que tenía. Gefry no lo sabía, pero eran las dos de la mañana.
—¿Para que nací? —soltó frustrado, dejando su libro de lado para pasarse las manos por su despeinado cabello.
Eran contadas las cosas que lograba memorizar y demasiadas páginas las que ya había leído. Sabía que a ese paso lo único que conseguiría sería llegar medio dormido al instituto, teniendo un rendimiento todavía peor que el habitual.
Podía sentir sus párpados cada vez más pesados. Normalmente podía dormirse hasta las seis de la mañana si se lo proponía, pero en ese momento su cuerpo se reusaba a seguir despierto solo para estudiar.
Estuvo muy cerca de quedarse dormido, pero escucho algo chocar contra la ventana, lo que lo puso alerta enseguida.
Tomó uno de los zapatos ortopédicos de Jackson, que fue la primera cosa pesada que tuvo a la vista, y abrió la ventana, listo para tirarlo a la cabeza de cualquier delincuente carente de amor paternal que se encontrase afuera.
Hizo una expresión de furia, para intentar intimidar a los delincuentes, pero al instante se convirtió en una expresión de dolor, pues una pequeña piedra se estampó contra su frente.
—¡Lo siento, cariño! —escuchó la preocupada voz de Frank.
Gefry estaba ocupado sobando su frente como para responderle algo.
—¿Estás bien? —exclamó Frank desde abajo, poniendo sus manos en las esquinas de su boca para potencializar el sonido de su voz.
A Gefry no le sorprendió para nada que su amigo se encontrase ahí. Lo conocía, sabía perfectamente que Frank aprovecharía la primera oportunidad que se le presentase para escaparse de su casa y repetir lo de aquella noche en la casa abandonada.
Frank gritó otro par de cosas. Gefry no pudo escucharlo bien, solo lo vió haciéndole señas para que bajara.
Iba a negarse a bajar, de verdad iba a hacerlo, pero cuando algunos autos pasaron e iluminaron el rostro ilusionado de Frank, Gefry sintió que no tenía de otra más que ir con él.
Trató de explicarle con señas que bajaría en un momento, antes de cerrar la ventana y tomar su único abrigo al abrir su cajón.
Se encargó de hacer el menos ruido posible, ya que si alguien se despertaba; sería su fin.
Antes de salir de la habitación se aseguró que Jackson estuviera completamente dormido, e incluso le pusó un enorme bulto de ropa a su lado, para que no sospechara de su ausencia entre sueños.
Le dió un vistazo a Niño Perro, quien dormía plácidamente en la cama que Frank le había entregado días atrás.
Todo parecía estar en su lugar, así que cerro la puerta de su cuarto y cruzó sigilosamente la sala hasta la puerta, después pensó en como haría para volver a entrar, así que se llevó las llaves y finalmente salió del apartamento, cerrando la puerta tras él.
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Siendo el personaje secundario de mi propia vida
Teen FictionGefry Menaminez está pasando por la adolescencia, sintiéndose como un pedazo de cartón remojado. Se cree feo, gordo, faltó de carisma y los granos en su cara no lo ayudan a mejorar la situación. Él jamás ha logrado algo importante o conseguido algún...