Noviembre había pasado mucho más rápido de lo que se imaginaron. Tom cada vez estaba más ocupado con la universidad, Jackson hacia lo posible para sacar las mejores notas de su clase, Frank seguía igual que siempre, Gefry cada vez se tomaba más enserio su trabajo, y Borbando había llorado la muerte de Michael Jackson.
Con la entrada de diciembre, el espíritu navideño podía sentirse en el aire, más en la iglesia, pues todos los prácticamente de la misma fé estaban muy emocionados con la organización para el evento de noche buena que siempre festejaban a las afueras de la iglesia.
En el primer domingo del mes, Gefry y Borbando se encontraban cantando en el coro de la iglesia como ya les era costumbre.
A diferencia de otras ocasiones, Jackson había invitado a Tom para que los acompañará, y apesar de que el moreno era ateo, no le molestó acompañarlos. Jackson fue el que resultó molesto, pues Cherri se sentó en medio de él y Tom, para que se concentrarán en la predica y no en su romance.
Por su parte, Frank había tomado asiento al lado de George y a la hija de éste, pues Borbando los invito para que escucharán la predica. Por primera vez, las Chiquitrepadoras vieron a George limpio y bien vestido.
Leticia y Franklin no tenían idea de que hacía su hijo sentado al lado de personas tan extrañas, pero esas fueron preguntas que le guardaron a su hijo para cuándo todo terminó.
—¿Y que les pareció? —les preguntó Borbando a George y su hija, cuando la predica terminó.
—Cantas muy bonito —contestó la hija de George, quien llevaba por nombre Carlos.
—Yo hablaba de la predica, señorita. —Borbando sonrió con supuesta modestia—. Pero gracias por el cumplido, todos los días me esfuerzo por mejorar mi voz.
—Se nota —le aseguró Carlos. Borbando hizo un ademán con la mano para restarle importancia—. Eres el que mejor canta de todo el coro.
—Solo me encargue de pulir lo más posible el talento que diosito me dió —contestó Borbando, sin borrar su sonrisa.
—Ya me quiero ir —soltó George—, me ando cagando.
—Oh, señor George, no diga esas cosas —casi exclamó Borbando, antes de apuntar a la salida—. Hay un baño afuera.
Carlos llevó a George al baño, dándole el espacio libre a Borbando para que fuera a saludar a otras personas, siendo Tom el primero que entró a su campo de vision.
Sin pensarlo, Borbando fue directamente a abrazar a su amigo. No iba a ocultar la emoción que sentía al ver qué su amigo se había dado el tiempo para ir a escuchar la palabra de su Dios.
—Ay, Wilson, me alegra que estés aquí —le dijo con alegría, alegría que se incrementó cuando el castaño le regresó el abrazo—. ¿Te gusto el tema del que se habló?
—No —confesó Tom. Borbando se separó de inmediato de él y lo miró, con el rostro inexpresivo—. Lo siento, no creo en estás cosas.
—No te preocupes, Wilson, yo voy a orar por ti —le aseguró Borbando, con determinación, antes de volverlo a abrazar.
—Yo también puedo hacerlo —escucharon la voz de Jackson a sus espaldas. Quiso ocultarlo lo mejor que pudo, pero su voz delató los crecientes celos que sentía.
—Pequeño Menaminez, ven, te daré un abrazo a ti también —dijo Borbando, separándose de Tom para ir a abrazar a Jackson.
Jackson estaba convencido de que no tenía nada en contra de Borbando, de hecho le agradaba, por eso mismo no entendía cuál era el problema que tenía al ver al rubio tan cerca de Tom. Quería controlarse, de verdad quería, pero cada que los veía juntos, sentía que le hervía la sangre.
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Siendo el personaje secundario de mi propia vida
Teen FictionGefry Menaminez está pasando por la adolescencia, sintiéndose como un pedazo de cartón remojado. Se cree feo, gordo, faltó de carisma y los granos en su cara no lo ayudan a mejorar la situación. Él jamás ha logrado algo importante o conseguido algún...