30. El accidente no accidental en la vendimia

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Jackson estaba completamente arrepentido de haber ido a la venta nocturna en la iglesia, pues Cherri lo había dejado ir, solo si Inesa lo acompañaba.

Escuchar a Inesa cinco minutos ya era suficiente como para desear arrancarte los dedos a mordidas con tal de que la mayor guardase silencio, y para empeorar la situación de Jackson; Tom se había ofrecido a acompañarlos, lo que intensifico la molestia de Inesa.

—Todo aquí parece que sabe a pura mierda —comentó Inesa, sentada de brazos cruzados en una silla que previamente le ordenó a Tom que le llevara.

—¿No gusta una gelatina? —le propusó Tom, mirando al otro lado del jardín el pequeño puesto de la madre de Frank, quien vendía gelatina y pastel.

—No quiero nada de estos religiosos —respondió Inesa. Jackson rodó los ojos.

—¿Y no quiere galletas? Gefry las preparó —dijo Tom, sonriendo lo más amable posible—, estoy seguro que están muy buenas.

—A ver, gay, ya te dije que no quiero nada —contestó.

—Señora, sé que trata de insultarme, pero creo que podemos llevarnos bien —habló, después de soltar un pequeño suspiro—. En cierta forma, somos de la misma familia.

—Me coso las chichis al ombligo antes de ser tu familiar —soltó la mayor, frunciendo el entrecejo.

Jackson no soporto más esa situación y terminó tomando a Tom de la mano. Le prestó poca importancia a los quejidos de Inesa cuando empezó a caminar hacia los puestos.

La vendimia era llevada acabo en el jardín que había detrás de la iglesia, donde los árboles habían sido decorados con diversas luces navideñas, poco les importo estar en junio.

Había varios niños corriendo de un extremo al otro, lo que les dificultaba su camino a los puestos con comida y postres, pero Jackson no vió nada desfavorable en eso, todo lo contrario, le gustaba ir de la mano con el que creía; era su príncipe azul.

—Algo me dice que nunca le agradaré a tu abuelita —comentó Tom, riendo nervioso cuando Jackson entrelazó sus dedos.

—No te molestes en tratar de agradarle —contestó Jackson, caminando más despacio.

—Sé que no es fundamental tener su bendición o algo así, pero se siente feo escuchar como me habla —respondió.

—No sé porque te afecta, está es la segunda vez que la ves.

—Es la primera vez que alguien me trata así de feo.

—¿Quién te manda a querer algo con un Menaminez? —bromeó, volteando a ver al mayor— Aunque no sé que es lo que quieres exactamente.

—¿A qué te refieres? —le preguntó Tom, justo antes de que se detuvieran frente al puesto que atendían Gefry y Borbando.

A decir verdad, era solo Borbando quien atendía a las personas. Gefry estaba muy ocupado comiendo un paquete de galletas como para preocuparse en si quiera cobrar.

—¿Que se te ofrece, Wilson? —le sonrió Bordando a Tom, al tiempo que le daba su cambio a un hombre, el cual se fue enseguida.

—Estoy viendo que se me antoja —le respondió Tom, mirando las diversas galletas empaquetadas.

—Te diría que tomes lo que quieras y la casa invita, pero todavía no somos lo suficientemente cercanos para eso —le dijo el rubio.

—¿Que me recomiendas? —le preguntó Tom, riendo bajo al ver cómo Gefry trataba de disimular que estaba comiendo.

Siendo el personaje secundario de mi propia vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora