38. Comida con los futuros suegros

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Borbando obligó a Frank a salir de la piscina, y en cuanto este puso un pie fuera del agua, el rubio lo envolvió con una toalla.

—¿Que no tienes respeto por las cosas ajenas? —lo regañaba Borbando, hablando entre dientes— Ni siquiera sabías si esa agua estaba limpia.

—Me duele —se quejó Frank, cuando Benito empezó a frotar con mucha fuerza una toalla en su cabeza para secar su cabello.

—Ni te quejes —se apresuró a decirle—. Nadie te manda a meterte a la piscina; nadie.

Gefry tomó asiento en una de las cómodas sillas que había en el jardín, en lo que esperaba a que Borbando dejase a un lado su papel de madre estricta y dejara libre a Frank.

—Me vas a dejar calvo —se volvió a quejar el más bajo. Borbando frotó con más fuerza la toalla—. ¡Oye, ya!

—¡Te callas! —le ordenó entre dientes— Y ahorita mismo te vas a bañar. Ni creas que te pondrás la ropa así nada más.

Frank dejó que Borbando terminara de secar su cabello, teniendo una expresión de completa molestia que a Gefry le pareció más que tierna.

—¡Y secas el piso del baño! —le gritó Benito a Frank, cuando este entro para ir a bañarse.

El rubio soltó un suspiro, tomando asiento al lado de Gefry, mientras negaba con la cabeza.

—Para la próxima que gustes de alguien, Menaminez, por favor, que no sea tan Miler —le pidió Borbando, con la yema de sus dedos tocando su frente.

—A veces creo que no me va a gustar nadie más —comentó Gefry, riendo a lo bajo al recordar la imagen de Frank todo enojado, sosteniendo con coraje la toalla.

—¿Pero que dices, Menaminez? —rió Benito— Tu vida apenas está empezando, ¿y ya encontraste con quién quieres compartirla?

—¿Tú no? —se volteó a verlo.

—Yo estoy esperando algo más exótico —sonrio el rubio—, a una chica que sea como una caja fuerte con el código listo para ser descifrado.

—¿Una chica? —cuestionó Gefry, creyendo que no había escuchado bien.

—Sí —asintió el contrario.

—Ah... okey.

—¿Que me ves, Menaminez? —preguntó Borbando, al notar la confusa mirada de Gefry sobre él.

—¿No te gustaban los hombres? —preguntó sin tapujos.

—Pero Menaminez, ¿que pregunta es esa? —soltó Benito, mirándolo con indignación.

—¿No? Ah... okey, está bien.

Borbando se cruzó de brazos, mientras chasqueaba la lengua repetidas veces, sin poderse creer ese pedazo de pregunta que hizo su mejor amigo.

—No puedo creer lo poco que me conoces —soltó el más alto, desviando la mirada al lado contrario del jardín—, tú, mi mejor amigo.

—Hace un mes creía que me odiabas, así que no te queda ese papel de víctima —respondió Gefry, levantándose de su lugar para ir adentro. No soportaba estar legos del aire acondicionado.

Benito hizo a un lado su indignación y siguió a Gefry, incluso le preparó una limonada y se sentaron a ver un documental sobre la Unión Soviética en lo que esperaban que Frank saliera del baño.

Siendo el personaje secundario de mi propia vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora