Fugarse en la madrugada se volvió algo mucho más frecuente de lo que Gefry imaginó en un principio. Había pasado una semana desde que Frank lo llevó a ese horrible puente, y no pasó un solo día después de eso en el cual no se escaparan a un sitio igual de desagradable.
La única razón por la cual Gefry seguía llendo a esos lugares era porque al estar acompañado por Frank, todo se volvía color de rosa, además que al no ser atrapado por nadie volvía todo más emocionante.
Claro que tener cada vez menos horas de sueño estaba empezando a afectar a Gefry. Su rendimiento escolar cada vez se encontraba peor, incluso el profesor Cesar le llamó la atención por estar apunto de quedarse dormido, y no por interactuar demás con Frank, como era de costumbre.
Quería poder decirle a su amigo que no podían estar saliendo así todas las noches. Pero la idea se borraba por completo cuando caminaba por las oscuras calles, tomado de la mano de Frank y siendo cubiertos por el hermoso cielo estrellado. Todo eso lo hacía sentir tan fuera de su realidad, que no podía evitar querer repetirlo.
En esos momentos, se encontraba en la azotea, luchando para no quedarse dormido y terminar de comer su almuerzo. Solo lo acompañaban Frank, Borbando y Jackson. Tom se había quedado a ayudar a Vicentillo, el bibliotecario.
—¿Me estás escuchando, Menaminez? —lo llamó Borbando, molesto ya que lo había estado ignorando.
—Sí, claro —respondió semidormido, abriendo los ojos lo mejor que pudo.
—Pues no parece —reclamó el rubio—. A ver, ¿que estaba diciendo?
—Algo así bien importante —contestó Gefry, asintiendo lentamente con la cabeza.
—Gefry se ha estado desvelando toda la semana para estudiar —le informó Jackson a Benito, para excusar el comportamiento de su hermano—. Se está tomando muy enserio los exámenes.
Al ver el rostro orgulloso de Jackson, Gefry solo se pudo sentir peor. Los exámenes ya habían empezando, y si no mal recordaba; se había quedado dormido en el examen que se hizo en la primera clase.
Frank se encontraba cómodamente dormido, con la cabeza sobre las piernas de Gefry, como de costumbre. No daba señales de estar ni un poco preocupado por sus futuras calificaciones.
—Quiero decirte, Menaminez, que me enorgullece tu entusiasmo por los estudios —expresó Benito, con una sonrisa alegre—, pero es mi deber decirte que no dejes pasar tus descansos. Estudiar es importante, tanto como tus ocho horas de sueño.
—Lo tomaré en cuenta —dijo Gefry, sin poder ver al contrario a los ojos. Enfocó su mirada sobre su sandwich de atún.
—Yo le dije lo mismo —le comunicó Jackson al rubio—, pero el muy necio sigue durmiendo casi nada y con los libros en las manos.
—Entonces supondré que te hablaré sobre el negocio cuando los exámenes terminen —soltó Borbando. Se notaba algo desilusionado.
—¿Que negocio? —cuestionó Gefry, antes de darle una mordida a su sandwich.
—¿Ves que no me estabas prestando atención? —le reclamó Benito, alzando un poco la voz y frunciendo el ceño.
Gefry se encogió de hombros, haciendo una expresión de inocencia.
Lo que más necesitaba llegadas las vacaciones era un empleo, por lo que si Borbando le podía recomendar algo ¿que mejor? Aunque tratándose de Benito, solo podía imaginarse a él mismo de mesero en algún estricto restaurante de un amigo de los señores Borbando.
—Tú y yo, Menaminez, tú y yo —volvió a hablar Benito más calmado—, tenemos futuro como reposteros. ¿No recuerdas el éxito de nuestras galletas? Se puede repetir, pero está vez a lo grande.
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Siendo el personaje secundario de mi propia vida
Teen FictionGefry Menaminez está pasando por la adolescencia, sintiéndose como un pedazo de cartón remojado. Se cree feo, gordo, faltó de carisma y los granos en su cara no lo ayudan a mejorar la situación. Él jamás ha logrado algo importante o conseguido algún...