20. Los compromisos de Gordo Mamón

270 78 104
                                    

Habían pasado muchas cosas vergonzosas en su vida, pero sin duda alguna, ser visto por Frank estando en calzoncillos mientras se ponía el corpiño; estaba en la lista de lo más vergonzoso.

No importaba el que ya hubiera pasado una semana desde esos acontecimientos, a él se le volvía a poner pálido el rostro con solo recordarlo, más porque ese mismo día se inventó demasiadas cosas para evitar ir a cenar con los Miler.

Para Frank, Gefry estaba pasando el mes más ocupado de su vida, y eso que apenas había comenzado. Cada que Gefry no estaba acompañando a Inesa para que le hicieran chequeos; estaba haciendo mandados para su madre.

Era una lastima, pues Frank ya tenía listo su plan para una cena perfecta, lo único que necesitaba era que Gefry tuviese una noche libre, algo que empezaba a parecer imposible.

-Tom, ¿tú crees que soy... una bola de manteca? -le preguntó Gefry, a su amigo, cuando Frank bajo de la azotea para ir al baño.

Tom casi escupió su jugo de naranja. ¿Que clase de pregunta era esa? Bueno, claramente Gefry no era alguien delgado, y con todos los chocolates que Frank le daba, había subido un poco de peso, sin embargo no caía en la obesidad. Pero intentar explicarle eso a su amigo; era algo complicado.

-¿A qué vine la pregunta? -habló Jackson, al notar el enorme conflicto mental que tenía Tom.

-Bueno, ayer me pesé y, resulta que subí de peso -respondió el pelinegro, mirando sin apetito a su almuerzo-. Tom sabe mucho sobre estás cosas, y quería que me dijera que puedo hacer.

-¡Abdominales! -exclamó el castaño, dando la respuesta más sensible que pudo encontrar- No te preocupes, Gefry. Lo único que necesitas es empezar a hacer abdominales y bajar un poco el consumo de azúcares, pero sin olvidar que eres hermoso, independiente de lo que dice la balanza.

-¿Tú crees? -preguntó Gefry, refiriéndose a lo que parecía ser una rutina nada complicada.

-Claro. Y si quieres mejores resultados; puedes salir a correr comigo en las mañanas -sonrió el mayor, aliviado por no haber herido los sentimientos del contrario-, pero está vez no te puedes quedar en la plaza comiendo panes.

-¿Y si empiezo con las abdominales y después intento salir a correr? -preguntó. Sabía perfectamente que si volvía a intentar salir con Tom, terminaría necesitando el jugo más grande de la tienda y una siesta de treinta años.

Tom asintió, haciendo sentir aliviado al pelinegro, quien al fin pudo empezar a comer su almuerzo.

-¿Alguna vez hicieron chichí en una botella? Es mucho más cómodo de lo que creía -dijo Frank, sonriendo tranquilo, caminando hacia ellos.

Frank tomó asiento al lado de Gefry, quien se movió ligeramente hacia el lado contrario.

Gefry trataba de actuar natural, al igual que estuvo intentando toda la semana. Sentía que se le remarcaba un tirante de su corpiño, y los nervios salían a la luz del solo imaginar que Frank se diera cuenta de ese detalle.

Daba gracias a que su amigo no le hubiera preguntado el porque usaba corpiño, hubiera sido demasiado incómodo tratar de explicar que era para evitar que su pecho resaltara.

De todas formas, Frank no le había dado ni la más mínima atención a ese detalle. Ni siquiera hizo el más mínimo comentario al respecto, y Gefry no podía estar más agradecido por eso.

-¿Estás libre el domingo? -le preguntó Frank, ya que Gefry le dijo que toda la semana la tenía ocupada.

-Si, es el día donde me pongo de lleno a hacer tareas -respondió, haciendo como si lo lamentara.

Siendo el personaje secundario de mi propia vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora