33. Noche estelar de Las Chiquitrepadoras

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Ninguno de los presentes sabía cómo sucedió todo eso. Tom solo había salido a comprar frituras y cuando regresó, encontró destapados una gran cantidad de vinos de su padre, sobre la mesa.

—Borbando, ¿que estás tomando? —le preguntó Tom, sin poderse creer lo que estaba pasando.

—Solo es un poco de vino, Wilson —rió con normalidad, haciendo una seña con la mano, restándole importancia al asunto—. No te preocupes, no voy a vomitar como el pequeño Menaminez.

—¿Jackson vómito? —exclamó preocupado, buscando al peliteñido con la mirada. No estaba en la sala.

—Hace un momento —explicó Borbando, haciendo cara de asco al darle otro gran sorbo al vino.

Odiaba el sabor, pero no podía evitar sentir una creciente emoción al probar esa bebida. Sus padres ni siquiera lo dejaban probar sidra, así que se sentía como todo un rebelde.

—¿Dónde están? —preguntó Tom, llendo a la cocina, esperando encontrar a sus amigos ahí.

—Salieron —le contestó Borbando desde el sofá—. Creo que Miler dijo que aprovecharían el vómito del pequeño Menaminez para echarlo al jardín de una fulana.

—¿Cómo dejaste que se fueran? —cuestionó, saliendo de la cocina. Se podía notar la frustración en su voz.

—Me disculpas, Wilson, pero está cosa me hace sentir tan despreocupado… que no me preocupe en detenerlos —respondió con una sonrisa divertida.

—¿Cuánto has tomado?

—Unos cuatro vasitos —contestó entre una pequeña risa.

Tom respiró profundo, dirigiéndose a la entrada. Justo cuando abrió la puerta, se encontró con los otros tres, siendo Frank y Gefry los que ayudaban a Jackson a mantenerse de pie.

Prácticamente les arrebato a Jackson y lo tomó cuidadosamente del brazo.

—¿Que les pasa por la cabeza? —les gritó, mirándolos con molestia.

—Mi maestro de matemáticas dice que me pasa pura mierda —sonrió Frank, teniendo una expresión mucho más relajada de lo habitual.

—¿Tú también, Gefry? —le preguntó Tom a su amigo, viendo como este se agarraba del marco de la puerta.

—No… me siento bien —respondió Gefry, con dificultad, entrando a paso lento.

Tom no necesito de darle muchas vueltas al asunto para saber que el causante de todo eso había sido Frank. Podía notar en su mirada como le divertía toda la escena.

—Empiezo a creer que te gusto —le dijo Frank a Tom, de forma burlona, antes de rodearlo para entrar a la casa.

El mayor soltó un profundo suspiro. No tenía ni idea de cómo iba a arreglar todo eso. Sus padres iban a llegar en la mañana, y no tenía forma de explicarles lo ocurrido.

Su creciente preocupación solo empeoró al sentir el dedo índice de Jackson pasar juguetón por su brazo.

—Quiero vomitar… otra vez —rió el menor.

—Ay, Jackson —soltó con voz débil.

No se le hizo nada complicado cargar a Jackson y subirlo a su habitación. Era tan delgado que lo único difícil fue hacer que este lo soltara cuando lo dejo sobre su cama.

Bajó a toda velocidad una vez se aseguró que Jackson no se iba a mover de la cama. Llegó a la sala, donde para su mala suerte, sus amigos seguían tomando.

Siendo el personaje secundario de mi propia vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora