¿Hola, hola? ¿Está grabando? Bien: tres, dos, uno y...
¡Hola! Mi nombre es (T/N), y les hablo desde el bosque de mi ciudad; es medianoche, y creo que algo extraño está sucediendo aquí.
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(T/N), una exploradora urbana, decide graba...
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Ya era la hora de volver a casa. Salió a paso ligero de la facultad, yendo a buscar a Zoro en la cafetería. El muy suertudo salía antes que ella los viernes. Los viernes: aquellos gloriosos días. (T/N) sintió que podía saborear un viernes como si fuera ambrosía.
Entró en la cafetería, donde Zoro estaba comiendo con Luffy, Nami y Robin, amigos de (T/N) desde la primaria. Zoro se mudó aquí hace poco y él y ella congeniaron con rapidez, así que (T/N) le presentó también a sus amigos que cursaban otras carreras. Nami y Robin estudiaban Historia, y Luffy... Bueno, Luffy no estudiaba en el campus, pero estaba abierto a todos. Él no era muy brillante para los estudios, pero era un as en las artes marciales (las practicaba desde pequeño) así que encontró trabajo en el dojo de Rob Lucci.
—¡Hey! —(T/N) alargó la última vocal, saludando a Nami y a Robin con dos besos en la mejilla y sentándose al lado de Zoro.
—(T/N), Zoro nos ha dicho que ayer fuiste al laboratorio abandonado —Nami empezó a decir, como si no se lo creyese.
—¡Bocazas! —Lo miró acusadoramente—. Quería contarlo yo. —Se quejó con un chasquido de la lengua—. En fin, no importa. ¡Sí! ¡Y lo grabé todo! Bueno, puede que todo no —Se rascó la mejilla—; se me acabó la batería cuando volvía.
—¿Es cierto que hay cuerpos de humanos encerrados en cilindros de cristal? —Luffy se emocionó.
—Eh, n-no, creo que no vi nada de eso... —Se le puso la piel de gallina al recordar al androide. 'Eustass Kid'.
—Me preocupas, (T/N) —Robin habló, apoyando la barbilla sobre el dorso de su mano—. Es peligroso merodear de noche por esos lugares.
—Oh, Robin, eres un amor. —Hizo un puchero—. ¡Pero estaré bien! No te preocupes —le sonrió y levantó el pulgar.
—Eso, ¡estará bien! —Luffy la imitó, ambos sonriendo a Robin con el pulgar levantado. Nami le dio un golpe a Luffy en la cabeza.
—¡Tú solo quieres que (T/N) encuentre cosas terroríficas para ver las grabaciones! —le recriminó.
—Deberías venir algún día conmigo, Luffy. —(T/N) le ofreció, y al chico se le iluminaron los ojos.
—¡No les des ideas, (T/N)! —La chica rio.
—Perdón, perdón. —Vio que Zoro había acabado de comer su última bola de arroz—. ¿Vamos yendo? —El peliverde asintió, cogiendo su mochila.
—Adiós, chicos —Se despidieron.
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Al llegar a casa, (T/N) tiró la mochila al suelo (no teniendo nada de valor dentro. Los libros de mecánica no contaban; eran más fuertes que el suelo). Zoro la dejó a un lado en el suelo también, estirándose.