¿Hola, hola? ¿Está grabando? Bien: tres, dos, uno y...
¡Hola! Mi nombre es (T/N), y les hablo desde el bosque de mi ciudad; es medianoche, y creo que algo extraño está sucediendo aquí.
· · · ·
(T/N), una exploradora urbana, decide graba...
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—Bien... ¿por dónde empezamos?
El androide señaló con el dedo al segundo archivo: vocal_chords.exe
—Sí, eso parece un buen comienzo. Veamos... —Miró alrededor, desistió y miró al androide—. No sé cómo ayudarte.
El pelirrojo cogió a (T/N) de la muñeca sin previo aviso, haciendo que la joven se sorprendiera y temiera perder el brazo. Colocó la mano de la chica sobre su nuca. Estiró un poco el cuello de su camiseta hacia abajo para revelar una especie de tatuaje en la zona alta de su espalda, justo donde empezaba su nuca. Tenía el número 05 tatuado, y (T/N) se percató de que había una tapa que podía ser extraída. Era poco llamativo, pero el ojo de halcón de (T/N) vio unos pequeños tornillos en su espalda.
—¿Hay herramientas por aquí? —Se separó un poco de él. El pelirrojo señaló a una caja de herramientas que no estaba el otro día—. Lo tienes todo preparado... Me estabas esperando, ¿no? —El androide solo le regaló una sonrisa burlona, confirmando sus sospechas.
(T/N) se acercó a la caja y la abrió. Tomó un destornillador de punta de estrella y volvió a situarse detrás del pelirrojo.
—Eh... ¿Podrías sentarte? —le preguntó con temor. Él giró la cabeza, molesto—. No es mi culpa que midas dos metros; no llego —se justificó.
El androide tomó un taburete de la mesa de comandos y se sentó, quitándose la camiseta. Dios santo, menuda espalda, pensó (T/N).
Sin distraerse por la fornida constitución del androide, comenzó a desatornillar cada tornillo, retirando la tapa que no sería más grande que su mano.
—Guau. —Quedó pasmada ante el interior del robot. Había muchos cables, pero no era un caos: estaban bien colocados; había placas con luces; engranajes muy pequeños... Se fijó en que, en una placa, había hueco para tres fusibles, pero faltaba uno en el medio—. Oh, no —comentó preocupada.
El androide la miró confundido. La joven supuso que no sabía de qué hablaba. Claro, no es como si él pudiera ver su espalda.
—Te falta un fusible. No soy una experta, pero tu sistema se podría arruinar si la corriente llega a tus circuitos siendo demasiado elevada. Eso me hace preguntar, ¿funcionas con electricidad?
El androide la miró con seriedad, recordándole que se encargara de devolverle la voz.
—Cierto. Primero la voz, luego las preguntas... —El pelirrojo le entregó una tarjeta pequeña. Supuso que tendría que insertarla en algún sitio—. Vamos a ver... Aquí —Colocó la tarjeta en una ranura específica.
El androide estiró su cuello. Primero a la derecha, luego a la izquierda. Carraspeó y sonó como si R2-D2 hubiera intentado hablar. (T/N) se aguantó la risa. Al segundo intento, resonó la voz más grave que la joven había oído en su vida.
> vocal_chords.exe is: ON
—Por fin... —Se levantó de la silla, y ahora parecía más alto que antes.
—¿Funciona? Perfecto —empezó a susurrar más para ella misma que para que le respondiera—. Bueno, señor androide, yo me voy yendo ya... —Intentó escabullirse, pero el pelirrojo le cortó el paso.
—Eustass Kid. Ese es mi nombre —Le dio un suave empujón para que volviera cerca del monitor—. Llámame Kid.
—Y mi nombre es (T/N), pero de verdad que debería irme —insistió. Ahora que podía hablar, la ponía un poco más nerviosa. Ahora era más humano. No había sido consciente de que estaba en presencia de un robot. Era tan similar a cualquier persona que, si no lo hubiera leído, hubiera pensado que era uno de los vecinos del pueblo.
—No te vas a ninguna parte —sentenció, y (T/N) se encontró a sí misma haciéndole caso. ¿Quién tiene narices para llevarle la contraria a un arma de destrucción?
Kid se acercó a la mesa donde reposaba la cámara de (T/N) y empezó a toquetear botones.
—Eh, eh, ¿qué haces?
—Borrar lo que has grabado.
—¿QUÉ? —Se acercó a él, pero cuando Kid posó su mirada en ella se frenó. Recordó con quién estaba hablando—. ¿Por qué? —preguntó molesta.
—No puedo dejar que el mundo sepa de mi existencia. Está en mi programación.
—¿En tu programación? —se burló—. Pensé que te habían implantado libre albedrío, ¿por qué no lo usas para no tocar mis cosas?
—Oh, tengo libre albedrío. —Se acercó a ella con una sonrisa socarrona—. ¿Quieres que te lo demuestre? —(T/N) se alejó con un paso hacia atrás bien largo.
—No, gracias, estoy bien —dijo con voz aguda y demasiado rápido.
—Toma. —Le lanzó la cámara y la joven la cogió por los pelos, suspirando.
—No vuelvas a hacer eso. Mis reflejos son basura y mi cámara es oro. —La abrazó en su pecho—. Mi bebé...
—Oye —dijo sin más.
—¿Sí?
—Has dicho que me faltaba un fusible. Pónmelo —le ordenó con los brazos cruzados.
—Madre mía, ¿ser tan borde también está en tu programación? —murmuró mientras dejaba la cámara en un lugar seguro y se acercó al androide—. ¿Dónde hay?
Kid se acercó a un armario donde había un montón de aparatos, herramientas y trozos de metal. Rebuscó en unas cajas y sacó un fusible. Parecía que se conocía este lugar como la palma de su mano. Bien pensado, normal. Había estado viviendo ahí desde que fue creado.
—Gracias. —Tomó el fusible y lo conectó en el lugar correspondiente. Unas luces que antes estaban apagadas se encendieron.
> full_vision.exe is: ON
Kid parpadeó, y luego sonrió.
—Por fin tengo total visión. —Se levantó y se giró para observar a (T/N). La miró de arriba abajo.
—¿Ocurre algo? —Frunció el ceño.
—No. Estoy probando si funciona el zoom.
—Vale, yo me piro. —Se ahorró el llamarle pervertido. No sabía si los androides podían serlo.
—Sigues sin entenderlo, ¿no? —Le volvió a bloquear el paso—. No puedo dejar que un humano ajeno al proyecto sepa de mi existencia. —Su voz era lenta y seria. (T/N) tuvo miedo. Pero no solo porque aquello sonó a una amenaza, sino porque no era la única que "sabía" de la existencia de este androide. Se lo había contado a algunos de sus amigos.
De repente se sintió culpable de algo que aún no había sucedido.
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