¿Hola, hola? ¿Está grabando? Bien: tres, dos, uno y...
¡Hola! Mi nombre es (T/N), y les hablo desde el bosque de mi ciudad; es medianoche, y creo que algo extraño está sucediendo aquí.
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(T/N), una exploradora urbana, decide graba...
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Contrario a lo que ocurría normalmente, (T/N) se había levantado pronto aquel sábado. Se encontraba en frente del ordenador, buscando información sobre el doctor Rodman y Komarov.
—Científicos especializados en robótica, inteligencia artificial... Madre mía, lo tienen todo. —Ojeó la Wikipedia—. Fecha de muerte... Qué me dices, en el 2017... —Un escalofrío le recorrió el cuerpo.
¿Podía ser que el androide...?
—No hay causas de muerte. —Arrugó la nariz—. Eso me deja volar demasiado la imaginación. Y no debería antes de volver a Litio. —Miró por la ventana, estirándose en la silla con los brazos en su nuca.
Se levantó, se cambió el pijama por su ropa de exploración urbana, cogió la cámara (esta vez con la batería al 100%), una barrita energética para picar por el camino y una galletita de perro. No, no para ella, claramente.
—Bimbo —canturreó saliendo al balcón, y silbó suavemente. El balcón de (T/N) y el de su vecino Jinbei estaban juntos, únicamente separados por un inútil trozo de plástico que hacía la función de pared. Al principio le pareció muy incómodo, pero cuando conoció mejor a su vecino (y a su perrete) se alegró de poder quitar esa barrera para hablar con él o jugar con Bimbo.
El perro apareció con la lengua fuera.
—Hola, guapo. —Sonrió y dijo con voz aguda. No la juzguéis, todo el mundo cambia la voz hablando con animalitos—. Mira qué tengo. —Le dio la galletita y lo acarició cuando acabó de comer.
Jinbei salió al balcón con su albornoz japonés. Tenía las gafas empañadas, así que intuyó que estaba bebiendo té mientras leía. Solo se ponía las gafas para leer, y solo bebía té cuando leía.
—Buenos días, (T/N). ¿De nuevo de exploración? —preguntó con amabilidad.
—Sí. —Se irguió y se adelantó—. Y sí, llevo el espray pimienta que me regalaste, Jinbei.
—Así me gusta. No quiero que le pase nada a mi vecina, ten mucho cuidado. —Su tono de voz parecía el de un padre regañando a su hijo—. ¿A que no, Bimbo? —Jinbei imitó la voz del perro—. "No, guau".
La joven rio.
—Muchas gracias, Jinbei. Volveré pronto, hoy salgo de día.
—Mucha suerte. —Se despidió con la mano.
Por el camino hasta el bosque saludó a algunas personas más como Sanji y Thatch, los cocineros del restaurante más popular de South Blue. Iban con bolsas de comida, así que estarían reponiendo. Pensó en invitar a Zoro a comer ahí durante las vacaciones. La comida era de vicio.