¿Hola, hola? ¿Está grabando? Bien: tres, dos, uno y...
¡Hola! Mi nombre es (T/N), y les hablo desde el bosque de mi ciudad; es medianoche, y creo que algo extraño está sucediendo aquí.
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(T/N), una exploradora urbana, decide graba...
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(T/N)sintió que tenía que avisar a Kid, y rápido.
La joven movía sus pupilas erráticamente por toda la sala y no dejaba de mover sus piernas, nerviosa. Sabía que Zoro se negaría a lo que iba a proponerle e intentaría protegerla a ella primero.
Así que tendría que mentirle e ir sola a corroborar la información que acababa de obtener. Debía volver a ver a Viejo Loco, o como había descubierto que se llamaba realmente, Carlein.
«Según los informes, Carlein estaba en contra de avanzar con el proyecto 05... Necesito saber si es nuestro aliado o nuestro enemigo», pensó (T/N).
Fingió recibir una llamada importante y se levantó de las gradas en las que estaban sentados, observando el campeonato, y se agachó para susurrar a Zoro:
—Tengo que coger esta llamada, lo siento, cuéntame lo que me pierda —esperó que su mentira fuera lo suficientemente convencible. El peliverde asintió.
—¿Tus padres? —preguntó inocentemente, y la joven sonrió, dispuesta a seguirle la corriente para que pensara que lo eran. Temió que mirara la pantalla, así que, con la habilidad de aquel que sabe presionar los botones correctos sin siquiera mirar al móvil, encendió la linterna y deslumbró al androide a propósito.
—Oh, perdón —la apagó con rapidez. Zoro se sorprendió por la repentina brillantez y se frotó los ojos. Incluso cuando hubo apagado la linterna, seguía esforzándose en ajustar su visión de nuevo.
—Diablos, ¿eso es una linterna o un faro? —parpadeó unas cuantas veces.
—Exagerado —rio, y se apresuró en salir. No sabía que les podía afectar tanto la luz directa a los androides.
Abrió la puerta del lugar donde luchaban los niños y se alejó por el pasillo.
Ahora quedaba lo más difícil... Regresar a la granja y corroborar la información para poder avisar a Kid.
«Perdón por mentirte, Zoro...», pensó la joven antes de abrir la puerta de salida del local, sin que nadie pudiese ver cómo salía.
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Era la primera vez que caminaba sola por las calles desde hacía semanas. Se sintió un tanto extraña. Siempre iba acompañada de Kid, o, estos últimos días, de Zoro. Aquel hecho le aceleraba la respiración y se veía forzada por sus pensamientos intrusivos a mirar por detrás de su espalda.
Pero nadie la estaba siguiendo, y todo parecía normal. Aceleró de todas formas el paso para llegar rápidamente a la granja, antes de que sus amigos se extrañaran por su tardanza y, posteriormente, por su desaparición.
