¿Hola, hola? ¿Está grabando? Bien: tres, dos, uno y...
¡Hola! Mi nombre es (T/N), y les hablo desde el bosque de mi ciudad; es medianoche, y creo que algo extraño está sucediendo aquí.
· · · ·
(T/N), una exploradora urbana, decide graba...
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Nami suspiró, de brazos cruzados, mientras repicaba con sus zapatos en el suelo.
—¿Te ocurre algo, Nami? —preguntó Robin.
—No, nada... —suspiró de nuevo.
Franky puso los ojos en blanco.
—Es la decimosexta vez que suspiras; eres un saco de nervios. Cuéntanos ya qué te pasa, anda —dijo con la máxima gentileza que pudo. Nami hizo un puchero.
—Es que... ¡Law no contesta a mis mensajes! ¡Ni a mis llamadas! —Dio un pisotón en el suelo—. Lleva días así... ¿Y si me odia? —Se aferró a la camisa de Robin con ojos llorosos.
—No te odia, Nami —le aseguró—. Ni siquiera creo que sea capaz de eso.
—Robin tiene razón —habló Usopp—. Seguro que tiene un buen motivo, como...
—El viejo Carlein le ha castigado una semana sin móvil —bromeó Franky.
—O se le ha roto —teorizó Usopp más racionalmente.
—O unos secuestradores han entrado en su casa y lo tienen retenido en un sótano oscuro a kilómetros de distancia de aquí, sin la posibilidad de contactar con el mundo exterior.
Franky le dio un golpecito en la cabeza a la pelinegra.
—Robin, no ayudas.
—Oh, l-lo siento —tartamudeó al ver la cara de Nami, a punto de estallar en llanto.
—¡Hey, ahí viene un agente de policía, a vuestros puestos! —alertó Usopp, en frente del departamento.
—Hey, muchachos, ¿qué os trae por aquí? ¿No deberías estar estudiando? —los saludó un agente antes de entrar en el edificio.
—Venimos a ver a Smo... Al sheriff Smoker.
—¿Al sheriff Smoker? —Actuó sorprendido—. Chicos, lo siento, pero Smoker ha sido enviado a otro departamento.
—¿Perdón? —Robin parpadeó varias veces.
El agente levantó las manos y frunció los labios en un gesto de impotencia.
—Lo siento, órdenes de arriba. Quizá podríais enviarle un mensaje. —Se encogió de hombros.
—No queremos un mensaje, queremos verlo en perso... —Usopp empezó, pero Robin lo detuvo.
—Sí, podríamos enviarle una carta a su nuevo departamento, de hecho. ¿Podría decirnos a dónde lo han enviado?
—Claro, pasad; os lo escribo en un papel.
Robin miró a Usopp para que no actuara tan impulsivamente la próxima vez, y éste asintió con una sonrisa culpable. El grupo de amigos entró al departamento con ojos que escaneaban el lugar.
