¿Hola, hola? ¿Está grabando? Bien: tres, dos, uno y...
¡Hola! Mi nombre es (T/N), y les hablo desde el bosque de mi ciudad; es medianoche, y creo que algo extraño está sucediendo aquí.
· · · ·
(T/N), una exploradora urbana, decide graba...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Zoro y (T/N) salieron de casa con los ojos bien abiertos por si veían algo sospechoso. No es de extrañar que, tras todo aquello, a la joven le embargara la paranoia, y él tampoco quería que nada los sorprendiera.
Caminaron sin ningún percance hasta la parte más alejada del centro de South Blue, y discernieron la silueta de la granja a lo lejos.
—¿Crees que habrá alguien en casa? —(T/N) preguntó.
—Ahora lo veremos —Zoro respondió pragmático. Se acercaron a la puerta y el androide cabellos verdes golpeó la madera con los nudillos. Tres veces.
Esperaron unos segundos, y no tardaron en escuchar el ruido de pasos y otros ruidos que no pudieron identificar. Se miraron a los ojos por última vez antes de que la puerta se abriera.
—¿Qué queréis? —el anciano apuntó a ambos adolescentes con una escopeta. Preguntó aquello con asco, con la misma exasperación de aquel que coge la llamada por décima vez en la semana y no obtiene respuesta. Parecía que ya estaba esperando que alguien viniera a su casa, se atrevería (T/N) a decir.
—E-eh, hola —(T/N) saludó, levantando ambas manos para demostrarle que no eran una amenaza—. Mi nombre es (T/N) y... —la interrumpió, estocando la escopeta hacia delante, pese a que no abrió la puerta totalmente.
—¿Qué queréis? ¿A qué venís? —miró a los dos, perdiendo la paciencia.
—Sólo queríamos hablar —intervino Zoro, mas el hombre no dio brazo a torcer.
—Fuera —escupió con rabia—. Fuera de aquí —tomó el pomo de la puerta entre sus manos.
—Espere, por favor —(T/N) rogó como último intento, mas el hombre cerró la puerta con un estruendo.
Cuando pensaron que ya había acabado todo, escucharon otro grito del interior de la casa.
—¡Fuera de mi propiedad! —(T/N) tragó saliva.
Zoro y (T/N) tuvieron que abandonar la granja antes de que el hombre decidiera llamar a la policía o usar su escopeta. Con suerte, se librarían de la segunda posibilidad. Caminaron de vuelta a casa pensativos.
—... Creo que no hemos obtenido muchas respuestas —(T/N) comentó, decepcionada.
—No puedo decir que me sorprende —Zoro se rascó el cuello—. No podremos sacar mucho de ese hombre con este método...
—¿Señorita (T/N)? —una voz se entrometió en la conversación. Era Coby, el policía en prácticas de la otra noche.
—Oh, Coby —lo saludó, y esbozó una sonrisa por educación.
—Me alegro de ver que está bien —sonrió—. Ya sabe, después de —se replanteó mejor lo que decir—. Bueno, no hace falta que- me refería a- —se puso rojo hasta las orejas y apartó la mirada mientras se trababa. (T/N) miró a Zoro, extrañada, e intervino antes de que le diera un cortocircuito al joven de cabello rosa.