¿Hola, hola? ¿Está grabando? Bien: tres, dos, uno y...
¡Hola! Mi nombre es (T/N), y les hablo desde el bosque de mi ciudad; es medianoche, y creo que algo extraño está sucediendo aquí.
· · · ·
(T/N), una exploradora urbana, decide graba...
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Al caer la noche, empezó la fiesta por la que habían estado esperando todos los estudiantes desde que Nami la anunció. La chica de cabellos naranja era famosa por sus fiestas, sobre todo porque tenía una casa bastante grande con piscina, algo mucho más amplio que estar bebiendo en un apartamento en la residencia de estudiantes.
—¡(T/N)! —Nami saludó a la joven cuando entró al jardín acompañada de Kid—. ¿Con ganas de pasártelo bien? —la abrazó, riendo.
—Eso siempre —respondió con una sonrisa.
La música electrónica que en otras circunstancias habría estado demasiado alta, incitaba a los estudiantes a bailar. Kid observó cómo había algunos alumnos bebiendo de vasos de plástico, otros platicando sentados en el borde de la piscina, los pies descalzos moviéndose en el agua, destruyendo los reflejos de las luces que Nami había colgado en el jardín para, según ella, animar el ambiente.
—¡Zoro! —(T/N) fue corriendo hacia el peliverde cuando lo vio a un lado del jardín, junto a la mesa con la bebida, hablando con Robin. Él nunca bebía—. ¡Robin! —saludó a ambos con un abrazo.
—Me alegro de verte, (T/N) —habló la pelinegra con su dulzura característica. La música cambió a ser una de las canciones favoritas de Robin, y se animó a bailar—. ¡Tenemos que bailar esta! —cogió a (T/N) de la mano y se colocaron en el césped donde otros estaban bailando también.
(T/N) empezó a mecer sus caderas de lado a lado, estirando sus brazos en el aire y moviéndose al ritmo de la música, y Robin la siguió, poniendo sus manos en las caderas de (T/N) y ésta rio. Le siguió el juego y recorrió sus manos por la cintura de Robin, agachándose y volviendo a subir.
Se giró para ver qué estaba haciendo Kid y lo vio junto a Zoro. Parecía que estaban hablando, pero Kid mantenía la mirada fija en (T/N).
—¡Chicos! ¿No bailáis? —los incitó. Zoro negó con la mano, como hacía casi siempre. No era de aquellos que bailaban. Hizo un puchero, pero respetó su decisión—. ¿Y tú, Kid? —le sonrió.
El pelirrojo miró a Zoro, y luego a (T/N). Nunca había bailado, pero había estado observando la gente de alrededor, así que creyó que no tendría problema en imitar los movimientos que había escaneado e introducido en su base de datos.
Se acercó al césped y se colocó delante de (T/N), pero estaba más quieto que el tronco de un árbol.
—Vamos —le dio un golpecito en el brazo, haciendo movimientos de baile ridículos para que se soltara, riendo.
Kid sonrió. Como la sonrisa que le dio después de regalarle la prótesis, ésta tampoco tenía ni un ápice de burla en ella. Parecía realmente divertido. ¿Tendrían los androides sentido del humor?