Nos quedamos dormidos.
Abrí los ojos con dificultad y me di un momento para ubicarme en tiempo y espacio.
Johann estaba junto a mí, profundamente dormido, con la mitad de la cara hundida en la almohada y abrazándome por la cintura. No me detuve a mirarlo con detalle —aunque se me antojó bastante—, porque de inmediato me entró el pánico de que mi mamá quizá ya había notado mi ausencia.
«Me van a matar».
Tenía que salir de aquí.
La luz del día me dejó observar todo con más claridad. La habitación seguía siendo un desastre, las cobijas de anoche estaban sucias y apiladas en una esquina, mi cabello seguramente era un verdadero desastre y las cortinas frente a nosotros se ondeaban por la brisa mañanera. Estaba demasiado cómoda como para querer irme, pero no había de otra.
Terminé de despabilarme y me quité a Johann de encima con sumo cuidado para no despertarlo. Busqué mis zapatillas y mi móvil. No me agradaba la idea de huir así nada más, sin avisarle al sexy chico que seguía desparramado en la cama, pero en serio debía irme. Aún era algo temprano, con suerte y mi mamá aún no se despertaba.
Recuperé mis cosas, me traté de peinar un poco y salí al pasillo en silencio. Luego le mandaría un mensaje a Johann o lo que sea. Estaba por acelerar el paso e irme derechito a la salida, pero una silueta al fondo me asustó y me dejó rígida a mitad de mi huida. La miré con espanto y de inmediato la reconocí.
Jordyn.
Si hubiera manera de graficar todo el malhumor y amargura que podía llegar a sentir un ser humano por la mañana, Jordyn encajaba perfecto. Su entrecejo estaba hundido, sus labios torcidos en un mohín y me miraba con tanto hastío que me sentí la cosa más asquerosa de la vida.
—Hola —murmuré con nerviosismo, obligándome a sonreír.
Su mirada se paseó por todas mis fachas y más incómoda no pude estar. Ella era tan extraña. El día de la piscina parecía de lo más normal, pero después de eso jamás la volví a ver sonreír ni un poco. Quizá nos odiaba a todos en general y no sólo a mí.
«Ojalá así sea».
Sin decir nada, dio media vuelta y se encerró en el baño, justo a donde había planeado ir en un principio. Me quedé ahí parada como estúpida, sintiendo la rabia y la vergüenza sonrojándome la cara.
«Ahora yo soy la que la odia».
Tomé mi dignidad del suelo y continué con lo mío. Me importaba muy poco esa engreída. No tardé en salir de la casa e ir a la mía. Bajo la luz del día era más difícil escabullirme hacia mi ventana, pero las cortinas de la habitación principal estaban cerradas, por lo que supuse que mis mamás seguían dormidas. Escalé a mi habitación y el aire me volvió al cuerpo.
«Se cancela todo, hoy no me matan».
Puse a cargar mi móvil y me metí a bañar. Me sentía extraña. Desvestirme sólo avivó los recuerdos de anoche y entré otra vez en pánico. No podía creerlo, lo había hecho con Johann —bueno, no tal cual, pero me había visto y tocado hasta el alma—. Morí de vergüenza en mi soledad y me duché lo más pronto posible. Quería volver a llamarlo y escuchar su voz ronca, decirle lo genial que estuvo anoche y que quería repetirlo. Dios, claro que lo quería. Por primera vez un chico me hacía sentir tan indefensa y protegida a la vez. Nunca creí que Johann lograra adentrarse en mi lado más débil y sincero. Fue tan dulce y experto, que no podía dejar de pensar en él.
«¿Ya se habrá despertado? ¿estará pensando en mí? ¿debería llamarlo yo primero?».
Me consumió la ansiedad y al final me decidí por llamarlo yo. Total, yo era la jefa en nuestra relación.
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Irresistible tentación © [+18]
Romance"Mi odioso vecino sólo apareció para complicarme la vida y despertar tentaciones imposibles de rechazar". [HUMOR/ROMANCE/NOVELA JUVENIL] -CONTENIDO ADULTO (+18). -PROHIBIDA SU COPIA O ADAPTACIÓN. Fecha de inicio: 8/12/19