Irresistible tentación © [+18]

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POV. Giselle

Apenas atravesaron la puerta de entrada Johann y Aranza, sentí que el alma me volvió al cuerpo. Ambos escanearon con prisa el lugar de arriba abajo, buscándome. Sólo pude quedarme quieta y observarlos con el ruego en la mirada. No podía moverme, ni siquiera llamarlos, seguía hundida en el shock y la angustia.

Aranza fue la primera en encontrarme. Jaló un poco a Johann para avisarle y no dudaron en correr de inmediato hacia mí. Ambos venían con las manos entrelazadas y traían el cabello sumamente húmedo. Aquello me tomó por sorpresa, pero mi existencia entera estaba en plena crisis como para prestarle atención.

—¿Dónde está? ¿Qué fue lo que pasó? —soltó Johann de golpe, repasándome con la mirada desesperada de pies a cabeza.

Su respiración estaba vuelta un desastre, como si hubiese corrido despavorido desde su casa hasta acá. Su expresión no era otra más que de preocupación absoluta y sus hombros estaban tensos. También noté que su ropa estaba muy arrugada y que Aranza venía igual, incluso su melena castaña seguía goteando en agua y lucía enredada. Odiaba pensar en que los interrumpí en algo, pero realmente necesitaba a mi mejor amigo en este momento.

Un escalofrío me erizó la piel y tuve que tragar grueso para encontrarme la voz. ¡Agh!, tenía la mente hecha un lío. Quería llorar, gritar y salir corriendo muy lejos de toda esta espantosa pesadilla. Sentía una angustia horrible oprimiéndome el pecho, cortándome la respiración. El corazón me iba a mil y sentía que en cualquier momento todo mi mundo colapsaría y azotaría contra el piso.

Aun así, me esforcé en hablar:

—Ya lo están atendiendo —respondí en un hilo de voz, tratando de mantener la calma. Y porque lo intenté fue que resultó peor. El dolor se hizo paso ante todo y no pude contener las lágrimas, como si mi cuerpo hubiese estado esperado a Johann para dejar salir la tormenta que me torturaba por dentro. Las piernas me flaquearon y tuve que tomar mucho aire para no derrumbarme ahí mismo—, se veía muy mal.

Johann me atrajo hacia él en un abrazo y por inercia me encogí contra su pecho, como si él fuese un refugio y todo lo malo lo dejara afuera. Entre sus brazos me permití llorar y desahogarme como hasta ahora no lo había hecho. Esta noticia me había tomado totalmente por sorpresa, hasta hace un instante estaba en mi casa, feliz de la vida con mi hija, y luego Kolton me llamó para avisarme que Zachary estaba inconsciente y a punto de morir en una maldita ambulancia. Sólo pude entrar en pánico y salir disparada hacia acá por mero impulso. Me mortifiqué tanto por saber cómo estaba Zach, que no me presté ni un poco de atención a mí. No había dejado de temblar y contener mi llanto desde entonces. Necesitaba estar fuerte. Y tampoco podía irme sin saber que él iba a estar bien. Debía estar bien.

Aún no había indicios de alguna noticia, así que mi paranoia no parecía tener un pronto final. A como pude traté de contarles todo. Las palabras se me atascaron en la garganta junto con mis desconsolados sollozos, pero no me detuve.

Kolton y Zachary estaban en una fiesta, drogándose y bebiendo como los malditos idiotas que eran. Y como era de esperarse, no tardó en salírseles de las manos. Esta era la cuestión con las drogas, te dibujan un supuesto mundo de felicidad hasta que se pasa el efecto y te golpeas en la cara con la realidad. No sé en qué momento Zachary olvidó cual era esa realidad. Ahora, si no tenía un porro o algunos tragos encima, no se sentía como él mismo. Y eso me jodía tanto. Se estaba consumiendo él mismo frente a mis ojos y yo no podía hacer nada al respecto. Él no me dejaba hacer nada. Al contrario, se ponía en mi contra. Desde que terminé lo que sea que había entre nosotros, nunca volvió a dejarme entrar en su vida. Yo lo amo, demasiado como para quedarme de brazos cruzados mientras él se ocupa de matarse a sí mismo, y a mí de paso. Porque eso era lo que estaba haciendo, con su egoísmo me estaba destruyendo a mí también.