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(¡Hola! Para los que ya habían leído este capítulo anteriormente, te recomiendo que vuelvas a leerlo para que no te pierdas de nada porque cambié algunas cositas).

Eso era todo, ¡que lo disfrutes!

*****

—¿Qué... haces? —balbuceé sonrojada.

Johann bajó la vista y me escaneó de pies a cabeza con esos impresionantes ojos azules que me alborotaban hasta la conciencia. Ahí, presa entre sus fuertes manos me sentí tan expuesta como si estuviera completamente desnuda. La concentración con la que se dedicó a contemplar fijamente cada parte de mi cuerpecito era abismal, como si nunca se hubiese dado el tiempo de mirarme o de pronto notara algo fascinante que siempre estuvo ahí.

Por primera vez no me dio vergüenza mi cuerpo. Al contario, me encantó esa maravillosa chispa de admiración con la que recorrió cada fibra de mi ser como si reconociera la belleza que jamás miré en mí. En ningún momento hubo nada de desaprobación o disgusto en su rostro. Su expresión no era otra más que de aceptación, curiosidad, entusiasmo. Me sentí bonita.

No lo sé, estaba tan aterrada como emocionada. Jamás nadie me había hecho sentir tan vulnerable. Quise correr lejos, alejarme lo máximo posible y convencerme de que todo esto no estaba pasando.

Recordaba perfectamente nuestro beso, por supuesto que lo hacía. Había sido un simple impulso pero que había sido capaz de desencadenar una avalancha tanto de emociones como remordimientos. No me arrepentía en absoluto, pero quería dejarlo atrás. Por mi bien debía dejarlo atrás.

El miedo fue sustituido por nervios y mis inseguridades por ansias. Ni siquiera me atreví a moverme cuando su vista se quedó unos segundos de más en mis pechos y después regreso directamente a mi rostro sin intenciones de ocultar su descaro.

Seguramente yo era la viva imagen del pasmo. Me dio un ligero apretón sobre la tela de mis leggins y se acercó más a mí. Mis manos fueron a dar a sus brazos. Otra mala idea porque sentí su firmeza y las venas que se le marcaban en los antebrazos. Mis dos neuronas se dedicaron a reafirmar lo buenísimo que estaba.

Perdí el equilibrio, pero su cuerpo estuvo allí para atraparme y sostenerme contra la dureza de su pecho. El desgraciado tenía la desgarradora habilidad de atraparme siempre con la guardia baja.

—Tenemos que esperar a Chloe —me respondió con calma. Su aliento me hizo cosquillas en la piel—. Solo relájate.

Su piel se sentía tan fresca y cremosa contra la mía que no tuve ni una misera pizca de voluntad para apartarlo. Quise armarme de valor y seguirle el rollo como siempre. Pero una vocecita que siempre ignoraba en mi cabeza me detuvo.

Solo soy una distracción para él.

Dentro de unos días cuando se aburra de mí ni se acordará de mi existencia al igual que todos los otros.

Parezco una fácil.

Lentamente empezó a mover sus caderas al ritmo de la música iniciando un baile sutil, pero erótico. Fui consciente de lo juntos que estábamos por los inevitables roces apenas perceptibles entre aquellos lugares remotos y sensibles. Sus manos guiaron suavemente mis caderas para igualar sus movimientos pausados.

Por unos momentos no tuve de otra más que dejarme llevar. Su olor masculino, su esencia, lo acogedor que era estar a su lado fueron suficientes para dejarme despabilar completamente.

El calor se expandió por toda mi cara hasta el cuello cuando volvió a darme otro apretón y pegó mi pecho al suyo. Su sonrisa se ensanchó disfrutando llevarme la delantera por primera vez.

Irresistible tentación © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora