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Johann me retuvo contra él y rápidamente su boca se apoderó de la mía en un frenético beso. Así, sin introducciones ni nada. Fue tan brusco y posesivo, que parecía como si nunca lo hubiéramos hecho antes y él ya no pudiera contener las ganas. Me quedé paralizada. Mordisqueó deliciosamente mis labios con urgencia, haciéndose paso entre ellos para saborearlos a su divino antojo.

Entre mi pasmo, mis manos fueron a dar a sus antebrazos, buscando algo de qué aferrarme para no irme de culo. Me devoró sin contenciones, chupando y explorando todo a un ritmo arrasador. Joder, jamás me habían besado con tanta vehemencia. Mi entorno pronto se redujo a su tacto, a sus salvajes y eróticas mordidas, a su cuerpo aún mojado por la piscina aprisionando el mío contra la pared. No supe ni en qué momento nos movimos, pero en un parpadeo yo ya tenía la espalda desnuda recargada en el frío azulejo del baño, sin ninguna posibilidad de escapar pronto de ahí. Fueron tantas sensaciones y pensamientos azotándome al mismo tiempo, que apenas y pude entender lo que estaba sucediendo.

Ay, Dios mío santísimo.

El encuentro fue húmedo, desesperado y sumamente ardiente. Todas las tuercas en mi cabeza saltaron de su lugar sacando chispas, creando un genuino caos. En el fondo sabía que debía detenerlo, que aquello no estaba nada bien, pero no tuve la fuerza de voluntad para hacerlo. En ese momento, cuando más confundida estaba, todos mis remordimientos se desintegraron en el primer instante en que su experta, húmeda y cálida lengua se coló entre mis labios, encontrándose con la mía e iniciando un candente jugueteo entre ambas.

No puse resistencia. Qué si tenía planeado alejarme de él, qué si debía mantenerlo a raya, qué si no estaba bien aquello... Nada me importó. Nada me pareció más correcto que las placenteras corrientes eléctricas que me debilitaban hasta el alma. Su boca entera se sentía caliente y húmeda, tan acogedora que resultaba imposible negarme a este punto. Sus movimientos eran precisos, el condenado sabía perfectamente lo que hacía, cuándo lo hacía y cómo lo hacía. Tenía el completo control de la situación, pero lo que despertó en mí fue más allá de eso. De pronto me sentí poderosa, tan activa como sus acelerados besos y succiones.

Un momento después, yo ya le estaba siguiendo el ritmo. Me acoplé a su enérgico ataque, recibiendo cada lamida y mordisco con una agilidad que ni yo misma entendí de donde saqué. Le rodeé el cuello con los brazos, acercándolo más a mí, y le respondí con la misma fiereza, dejando salir todo el deseo que había estado conteniendo desde hace días. Mi lengua fue a dar a su boca, otorgándome por un minuto las riendas del momento. Continúe con el ritmo acelerado, cada vez buscando nuevas formas de besarnos. El mundo entero no me importó en lo absoluto. Si entraba alguien, ni siquiera lo notaría.

Johann deslizó las manos por mis curvas, contorneando mi figura y palpando libremente mi piel mojada. Tenerlo tan cerca sólo aumentaba mis ganas. Terminó rodeándome por la cintura y de un jalón me apegó a él, acabando con cualquier separación entre nosotros. Sentí cada parte de él, cada músculo tenso, cada pequeño movimiento. Y por igual, él me sintió a mí, pero tampoco le presté atención a ese enorme detalle. Yo parecía una vil pequeñez entre sus brazos, como una frágil muñeca que él podría tirar y alzar sin ningún problema. Eso me encantó. Me gustaba la confianza que me transmitía su imponente figura, como si fuera a protegerme de todo.

Maldita sea, sus besos eran jodidamente adictivos. Cada uno era mejor que el anterior. Temblé ante su agarre, sintiéndolo todo más directo y abrumador. Yo ya estaba más que rendida ante semejante manera de derrumbar por completo mis defensas. No había manera de que pudiera detenerlo por mí misma. Me dejé llevar a tal grado que no reaccioné para nada en cuanto sus manos bajaron hacia mi trasero y me lo apretujó con ganas. Al mismo tiempo atrapó mi labio inferior en una juguetona mordida, jalándolo ligeramente con los dientes y dejando a su paso un ardorcito rico. Eso me prendió más. Solté un gemido contra su aliento, expresando plenamente lo mucho que lo estaba disfrutando.

Irresistible tentación © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora