32 | parte 2

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POV. Aranza

Este día no podía ser más perfecto.

Para empezar, el bar era una locura. Su aura futurista y elegante me fascinó. Parecía un club nocturno de esos que salían en las películas. Estaba iluminado únicamente por luces de neón azules, dejando todo en penumbras y en un ambiente bastante relajante. Al frente había un espacioso escenario con todo listo para la presentación de Rackzers y enseguida habían algunas mesas en el apartado VIP. La diferencié enseguida por el barandal y los de seguridad que lo separaban del demás espacio libre. La mayoría de la gente estaba de ese lado, bebiendo y disfrutando entre sus propios amigos el momento.

Apenas entramos, me aferré a la mano de Abraham y lo arrastré junto conmigo hacia las mesas. Un guardia vio el brazalete que nos pusieron en la entrada y nos dejó pasar sin problema, ya que eran colores distintos para el normal y el VIP. Nosotros queríamos un buen lugar, por eso pagamos un poco más.

Cuando nos adueñamos de una mesa, nos quedamos curioseando entre nosotros a la gente y el aspecto del lugar, soltando algunas risas e inmersos en nuestra conversación.

Ese día había sido uno de los mejores. No recordaba haberme sentido tan bien antes. Abraham tenía la maravillosa cualidad de ponerme siempre de buen humor. Lo había extrañado tanto. Su manera de ser era... no lo sé, demasiado pacífica y gentil. Me enternecía todo de él. Su habitual amabilidad y delicadeza para todo era algo que me relajaba mucho. Sí, suena raro, pero su personalidad me ayudaba a moderar la mía.

Éramos dos polos opuestos.

Yo era un maldito desastre.

Y él era la paz después de la tormenta.

Juntos funcionábamos perfecto.

Ayer nos quedamos hablando toda la noche, tendidos en mi cama. Por la mañana le hice el desayuno y salimos a pasear por las calles del pueblo. Hicimos algunas compras y terminamos comiendo en una remota cafetería colorida antes de que se diera la hora del concierto. Todo fue felicidad y armonía, como nunca antes.

Abraham se quedó mirando la barra de bebidas y estuve por decirle que fuéramos por algo, pero de pronto alguien se nos plantó enfrente, cortándonos el rollo. Yo la reconocí de inmediato, era la pelirroja que había estado yendo al gimnasio en la última semana, pero me extrañó mucho verla dirigiéndose a nosotros cuando jamás habíamos tenido ninguna interacción.

—¡Hola! —nos saludó con alegría, tomándonos a ambos por sorpresa. Fue inevitable no mirarla raro, aunque por inercia le devolví la misma sonrisa amistosa. Se acercó a mí y me depositó un beso en la mejilla como saludo —. Soy Lila, amiga de Johann.

Mi cara era la viva imagen del: no sé quién eres, pero igual no dejaré de sonreír.

—Sí, lo sé —asentí enseguida, relajando los hombros para no verme tan incómoda—. Yo soy Aranza y él es Abraham, un amigo.

Lila se giró hacia él con la misma expresión y se estrecharon las manos. Abraham estaba casi igual de confundido que yo, pero lo disimuló muy bien. Quizá creyendo que era alguna amiga mía.

—Un placer —fue lo único que dijo.

Lila dio un paso atrás y se acomodó las puntas del cabello tras los hombros, un poco más seria.

—Perdón que los moleste en su cita, pero he estado buscando a Johann durante bastante rato y creí que quizá tú lo habías visto por algún lado —dijo, mirándome con una fijeza extraña.

Y... ahí terminó mi día feliz.

Boom, bye.

Mi sonrisa y mi tranquilidad se fueron a la mierda en tiempo récord.

Irresistible tentación © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora