1

4.2K 207 61
                                    

En esta vida hay dos tipos de amigas:

(WhatsApp 5 mensajes de 2 chats)

Dalilah mi esposa XXX:
"YA TE EXTRAÑO HORRORES MI VIDA!!!"

"¿Cuándo vuelves?"

"¿Y si detengo el bus y te rapto al estilo King Kong?"

Willow pucheros:
"Mucha suerte, Aranza. Te esperamos con ansias".

Respondí a ambas con un "estaré bien, un poco de monte no me asusta" y seguí admirando por la ventanilla el verde paisaje mientras el conductor del taxi que tomé en la central de autobuses me llevaba a casa de mi extraña madre.

Y digo extraña en un buen sentido. Me apoyaba en todo y a pesar de que ella vivía en un pueblo pequeño junto a su pintoresca novia lejos de mi vida junto al estricto de mi padre, siempre nos manteníamos en contacto e incluso la consideraba una gran amiga. Pero mentiría si dijera que era normal.

Estaba loca, rompía todos los esquemas existentes, se pasaba la rutina por la vulva y creaba sus propios sistemas feministas matriarcales mata penes. Así lo llamo ella.

Las casas ahí eran muy hogareñas y convencionales. Muy simples a comparación con la cuidad en la que vivía y de la cual estaba más que acostumbrada. Cada residencia disponía de mucho terreno y la mayoría exhibía un precioso jardín bien cuidado y floreciente.

Me pregunté cómo sería vivir para siempre en esa tranquilidad. Sentía la ausencia del ruidoso tráfico, la rudeza de la ciudad, el aire contaminado y la marea de sonidos en la calle. Ya tenía muchas expectativas.

El taxi bajó la velocidad hasta que nos detuvimos por completo aparcando en la acera. Me dijo que esa era la dirección que le di así que le pagué y bajó mis maletas.

—Muchas gracias —me despedí del señor y asintió.

La calle estaba muy silenciosa, casi vacía. En un segundo el taxi arrancó y desapareció de mi vista. Me había dejado frente a una enorme casa muy bonita. Era una casa de dos pisos exageradamente amplia color blanco, el jardín era precioso, abastecido con frondosos rosales rojos y un manzano gigante a un costado. Nunca escuché a mi madre mencionar que su casa era divina.

Me apresuré a entrar. Tomé mis maletas y caminé por el largo caminito empedrado que cruzaba el jardín y subí las pequeñas escaleras de la entrada. Estaba techada y tenían dos mecedoras acolchonadas a un lado. Me imagine lo cómodo que era descansar ahí aspirando la naturaleza.

Si tenía un dejo de duda o inseguridad de mi estrepitosa decisión, en ese momento no existió nada más que mi inocente emoción por vivir allí. Mi madre decía que batallaban con el dinero, pero esa casa era todo menos carencias económicas.

Para no alargar más mi llegada toqué el timbre y aguardé entusiasmada. Esperé un rato sin borrar la sonrisa, pero no escuché nada de movimiento así que volví a tocar.

Y así un montón de veces porque nadie salía y llevaba veinte minutos ahí parada como idiota.

Seguro estaba fuera, ¿Cómo pudo olvidarse de mí?

Iba a llamar a mi madre por teléfono lista para reclamarle hasta que la puerta se abrió de un tirón, un dulce olor a palomitas de maíz con mantequilla me invadió los pulmones y un momento después sentí que mis ojos perdían la virginidad y brincaban de mi rostro.

Bajo el marco de la puerta estaba un chico en solamente un short negro, con el torso descubierto, los brazos forrados de artísticos tatuajes, el cabello puramente negro revuelto y una cara de molestia a su máxima potencia.

What the fuuuck?

¿Quién era este apetecible ser bien ejercitado de carita tallada por los mismísimos dioses del Kamasutra?

Irresistible tentación © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora