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POV. Johann

Imbécil.

Sí, esa es la única palabra que podría definirme en estos momentos.

¿Por qué?

Por ella.

No sé cómo pasó, ni en qué momento, ni mucho menos el porqué, pero de pronto ya no podía soportar verla sin querer tocarla en todos los aspectos. Aranza tenía su encanto, por supuesto que sí. Era hermosa, divertida y más que fuerte. A su lado el mundo parecía tan pequeño, fácil de superar y nada importaba. ¿Cómo no caer ante eso?

Supe que ya estaba muy jodido desde el momento en que no me importó que estuviera con alguien más. Sabía que nada bueno podría resultar de algo así. Ya veía el desastre avecinarse. Y aunque lo captaba perfectamente y estaba convencido de ello, no me pude contener. Sin importarme las veces que me ha rechazado, o lo poco que yo parecía importarle, de idiota corrí detrás de ella para dejarle claras mis intenciones. Oh, y también para dejarle el camino libre como por milésima vez.

¿Lo peor? No me arrepentía ni un poco, por mi vida que no.

Fui muy claro y directo, mejor no lo pude haber hecho. Después de saciar las ganas y el estrés de tenerla tan cerca, de besarla e ignorar el resto del mundo, no sé cómo carajos logré tener la voluntad para salir de ese baño, pero lo hice.

Toda ella era jodidamente deliciosa. Cada vez que nos besábamos sentía como si fuera mi puta primera vez. ¿Qué tan estúpido era eso? Quizá era por mis dudas sobre lo que estaba haciendo, o por lo bien que congeniábamos, o hasta lo mucho que me lo dificultaba, pero sea lo que sea, me encantaba. Aranza tenía algo que me incitaba a hurgar en ella, a tomar las cosas más a fondo, a acercármele y a no pasar de ella como con las demás.

Maldita sea, eso también me frustraba. ¿Por qué no podía ser como las demás? ¿Por qué no podía dejar de pensar en ella? A lo mejor era por el intenso deseo contenido, porque nunca nadie se me había negado tanto. O tal vez era su rareza, porque vamos, no nos engañemos, Aranza es algo rara... Pero en el buen sentido, por supuesto.

De igual forma, cual sea el motivo de mi insano interés, no se iría hasta lograr lo que tanto se me antojaba en estos momentos. Sonará tonto e infantil, pero lo había tomado como un reto de autoconocimiento. Tanto en ella como en mí. Quería llegar hasta donde sea que me dejaría esto que estaba sintiendo.

Y yo jamás dejaba nada a medias.

El día pronto llegó a su fin. Terminamos la "reunión pacífica" con una plática sin mucho sentido, bebiendo tranquilamente a la orilla de la piscina y poniéndonos de acuerdo para una próxima peda masiva bien destructiva, según lo describió Zachary. Yo ya estaba bien apuntado, claro que sí, y también lo estaba mi chica favorita.

Decidí tomar mis distancias con Aranza y mantenerme normal e impasible, ignorando lo mejor posible el manojo de rabia que me revolvía el estómago cada vez que se tiraban bromitas subidas de tono entre ella y los imbéciles de mis amigos.

No, no podía ser tóxico.

A pesar de lo mucho que a veces ella llegó a mirarme en ese rato, preferí no hacer otra de mis insinuaciones. Reggie tenía razón, no todos se tomaban tan a la ligera estas cosas como yo. Aunque me costaba admitirlo, ella estaba enamorada de alguien más. Lo cual me dejaba un poco perdido, pero no me quedaba de otra más que dejarme llevar por la corriente. No es como si estuviese casada o con hijos, eso lo complicaría más, pero los noviazgos son muy volátiles y sólo es cuestión de segundos para cambiar la perspectiva de cada quien.

Eso esperaba.

Jordyn y yo fuimos los primeros en irnos. Ya tenía que trabajar pronto y ella también quería ir a entrenar al gimnasio, lo cual era un regalo divino porque si me hubiese dicho que se quedaba, habría amenazado por tercera vez en el día al idiota de Reggie para que se mantuviera alejado de ella.

Irresistible tentación © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora