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POV. Johann

—Te vas a partir tu madre.

—Cállate y hazte a un lado.

Suspiré para mis adentros y sólo di un paso atrás.

Qué afán el mío de dar mi opinión cuando sé que Aranza siempre hace lo que se le da la gana.

La miré aferrarse como una cucaracha a la rejilla y, aunque era una vista muy tentadora, no pude evitar tensarme y permanecer alerta a cada uno de sus pasos. Era tan torpe que no tardaría en tocar el suelo con la cara.

Por suerte, eso no pasó. Al llegar al suelo, se sacudió la ropa y se enderezó frente a mí tras un bufido victorioso. Ahí sí la miré con total extrañeza.

—¿Estás escapando?

Su tierna sonrisa de oreja a oreja la delató. Se encogió de hombros con fingida inocencia y por el intenso sonrojo en su cara me pareció la réplica humana de esa pequeña niña parlanchina y revoltosa que salía en la película de Ralph, el Demoledor.

—Aquí es donde corremos.

No me dio tiempo de procesarlo porque al instante se aferró a mi mano y salió corriendo, arrastrándome consigo. No me costó seguirle el pasó. Apenas llegamos a la plaza de la esquina, nos detuvimos a respirar. No me gustaba nada la idea de ocultarle las cosas a su madre y a Chloe. Ambas eran muy buenas personas, no veía porqué esconderse.

Supongo que esa ya no era mi decisión.

Igual lo intenté:

—¿No crees que deberías avisarle a alguien...? —mi mirada se desvió hacia atrás, preocupado porque fuera a meterse en problemas, pero en seguida me la cortó:

—No. Será sólo un rato, ¿para qué molestarle el sueño a Lola? —me pasó por un lado a pasos juguetones y se detuvo detrás de mí, haciéndome girarme en mi lugar—. Ahora mismo está con la baba colgando, ni caso me hará.

—Pero...

—Haces muchas preguntas, tú sólo sígueme, ¿sí? —zanjó—. Te preocupas por nada.

Comenzó a alejarse por la penumbrosa acera y no tuve de otra más que ir tras ella. ¿Era cosa mía o estaba de muy buen humor la chaparra gruñona?

Solo por eso, mis vagos instintos de adulto responsable quedaron en el olvido y dejé pasar el tema. Tenía razón, me la pasaba preocupado por todo. Ya había tenido suficiente para pensar por hoy; necesitaba distraerme. Por una sola vez en la vida se me antojó hacer lo que se me viniera en completa gana, sin mortificarme por las consecuencias.

Y claro que Aranza era experta en eso. A ella le valía una completa mierda todo, aunque se empeñara en demostrar lo contrario. A veces envidiaba su templanza y determinación para actuar. A diferencia de mí, ella era difícil de doblegar. Va por lo que quiere, cuando quiere y cómo quiere; y eso era digno de admirar. Yo soy el típico imbécil que siempre le da prioridad a todo el mundo antes que a sí mismo.

Pero bueno, tampoco es algo que haya intentado cambiar.

En el silencio de la noche, me permití disfrutar la brisa nocturna contra mi cara. Ya no aguantaba la tensión en mi espalda y hombros. Odiaba las reuniones familiares, y ahora con Maddison ahí todo se ponía mucho peor. Era la esposa de mi padre ¿Qué esperaba? ¿No volver a verla jamás? Sabía que tarde o temprano algo así iba a pasar, en especial desde que supe de su embarazo. Sin embargo, mentiría si dijera que su repentina visita no me cayó como una mortífera patada en las pelotas.

Quería odiarla, que me generara repulsión, lástima, lo que fuera era bueno; pero no fue así. En el fondo sabía que no tenía motivos para hacerlo. Y a pesar de que me la pasaba lidiando con esa guerra interna, sus dulces iris oscuros y esa apariencia de animosidad absoluta me tenían tan...

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⏰ Última actualización: Nov 27, 2022 ⏰

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Irresistible tentación © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora