El Recuerdo

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~ Recuerdos ~

— ¿Puedo ir con ustedes?. — Pregunto a Judith y Thomas que estaban a punto de irse, noto que se miran entre ellos, no quieren decirme a dónde irán, ni tampoco me quieren llevar.

Thomas niega con la cabeza, pero Judith duda. — Podríamos llevarla. — Lo mira a Thomas.

Él la mira completamente indignado. — Por dios, es una niña, solo tiene 8 años Judith.

Ella rodea los ojos. — Vos tenés 12 años, no sos grande y aún así estás metido en esto, deja de protegerla.

Miro a los dos viendo como se responden. — Basta Judith, no la vamos a llevar. — Thomas se cruza se brazos.

Hago puchero. — Quiero ir!.

Él la mira a Judith como si ella tuviera la culpa de que yo quiero ir. — ¿Ves lo que causas?.

Pongo los ojos lagrimosos. — Llevenme!.

Se miran entre ellos y Judith simplemente le da una sonrisa ganadora, Thomas rodea los ojos. — Bien, vamos.

Le sonrió para luego abrazarlo. Thomas me toma de la mano mientras salimos de la casa y empezamos a caminar, tengo muchas dudas con respecto a dónde iremos, pero aún así tengo mucha emoción, capaz me llevan a un parque de diversiones, con muchos dulces y juegos.

Thomas mira a Judith. — Si algo le llega a pasar es por tu culpa. — Ella lo mira.

Judith larga un suspiro. — No le va a pasar nada Thomas, no seas paranoico. — Rodea los ojos.

Creo que el que hablen entre ellos me confunde aún más, ¿que me puede pasar?, no entiendo.

Mientras llegamos al lugar Thomas le da una última mirada a Judith, como de advertencia, pero aún así Judith siguió sin darle importancia, el lugar era una enorme mansión, con paredes blancas, rejas metálicas que separaban el exterior con ese terreno privilegiado.

Habían dos hombres cuidando el lugar, debo de admitir que me daban miedo, uno tenía una herida en la cara y el otro tenía un ojo morado, no transmitían nada de confianza, pero aún así Thomas y Judith se acercaron a ellos sin ningún tipo de temor.

— Vinimos a ver al jefe. — Indica Judith, la mirada de los guardias se ven reflejada en mí, para luego mirarlos a ellos.

— ¿No saben que no pueden traerla?. — Pregunta uno de los guardias, mientras los mira fijamente.

— Te dije Judith. — Reprocha Thomas.

— Es solo por hoy. — Insiste Judith.

Los guardias se miran entre si, le preguntan a el jefe a través de un micrófono en el que tienen contacto con él, el jefe les permite y ellos acceden, dejándonos el paso libre para poder adentrarnos a un mundo frío, terrorífico y hundido en pura crueldad.

Caminamos en dirección a la puerta y se abre, tal y como se abrieron las rejas, al entrar las paredes eran igual de blancas que su exterior, había calaveras posicionadas en algunas partes, el piso era liso con un color amarillento, empecé a tener más miedo de lo normal, no me sentía segura estando en ese lugar, y aunque intentaba tener seguridad en la mirada de Thomas y Judith, notaba que no la tenían, en su interior sentían una especie de terror, pero a tal punto de estar tan acostumbrados que lo apagaban.

Hermanos De La MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora