El Hospital

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Sentía una luz blanca invadiendo mis párpados cerrados que se iba abriendo poco a poco a medida que me iba acostumbrando a la luz del lugar, cuando reacciono intento sentarme hasta que un dolor me lo impide y suelto un gemido suave por forzar mis brazos en ese intento, guío mi mano hacia el lugar donde tenía un dolor desgarrador, en mi hombro, recuerdo lo sucedido, Eva y yo nos habíamos tiroteado por un error, alguien había disparado.

Ignoro mis recuerdos y empiezo a mirar para todos lados, intentando descifrar dónde estaba, definitivamente era un hospital, me miro y tenía un camisón que me tapaba hasta por debajo de las rodillas, era todo blanco, me miré los brazos, en mi antebrazo, específicamente en mi vena, contenía un conducto de suero, dios, no puedo verme así, no puedo verme acá, así que decidí arrancarme el suero que estaba sobrepuesto en mi vena, con dolor pude lograr arrancarlo de los dos brazos, Realmente no quiero estar acá, así que acomodo mis piernas al costado de la camilla con mucho cuidado para poder bajarme, con varias quejas logré que mis piernas quedarán colgando y yo pudiera estar establemente sentada, mis pies no llegaban a tocar el suelo, así que tenía que dar un pequeño saltito, el cual hice, cuando logré estar parada en el piso me sentí orgullosa de mi misma, empecé a dar pasos cortos hacia la puerta, pero un paso mío duraba como mínimo un año luz.

En eso entra un médico por la puerta, sus ojos se abrieron horrorizados en verme parada, se acercó casi corriendo a mí. — ¿Qué hace parada?, tiene que recostarse y descansar.

Rodeo los ojos. — Quiero irme de acá, ¿dónde está mi hermano?, ¿dónde está mi... — Pauso para pensar en cómo decirle a Jasper. — Mi novio.

Debo de decir que si le dije novio fue para que lo pudieran dejar pasar, ya que de seguro solo dejan pasar familiares y bueno, le hago un favor para que pueda verme, sí, es por eso, no porque me guste decirle así, no.

El médico mira hacia la puerta y luego me mira. — Están afuera, pero aún no estás en condiciones como para que te visiten.

Arqueó una ceja. — Estoy completamente bien, mira. — Doy un paso largo y el peso del hombro me hace perder el equilibrio haciéndome caer si no fuera porque el médico me agarra a tiempo.

— Ajá, completamente bien. — Me ayuda a sentarme en la camilla. — Mira, tienes que estar acá por un tiempo más hasta que te recuperes, tuviste una cirugía reciente, es necesario, extraje la bala que estaba en tu hombro.

— Y... ¿por cuánto tiempo estaré acá?. — Pregunto impaciente, nunca me han gustado los hospitales, me parece un lugar donde se llevan las almas para nunca regresar, además de un sufrimiento eterno, como si estuviera en el mismo infierno.

— No por mucho, unas cinco horas más como mínimo. — Lo dijo como si nada, cuando para mí parecía que me dijo cinco años más.

— ¿Qué?, no puedo, simplemente no puedo est... — Me interrumpe el médico antes de que empezará a quejarme.

— ¿Sabes?, hay algo que me resulta extraño. — Se cruza de brazos y me mira, intentando descifrarme con la mirada.

— ¿Qué cosa?. — Pregunto con curiosidad.

— Hoy una mujer entró al hospital a la misma hora que usted por un disparo en el hombro, justamente, la misma herida que la tuya, ¿tienen alto en común?. — Me pongo nerviosa, me acomodo sobre mi asiento y trago grueso, sé que hablaba de Eva, era obvio.

— No, debe ser una coincidencia. — Niego, no podía admitir que teníamos algo en común, tendría que explicarle más a fondo y eso involucraría a la mafia, y no quiero.

— Mmm, supongo. — Duda el médico, se aleja de mí para irse hacia la puerta, antes de irse me da una última mirada, y se va.

Me recuesto de vuelta en la camilla, obligada por las palabras del médico, pasados unos diez minutos vuelvo a tener los párpados pesados, sintiendo como el sueño llega para apoderarse, y yo le doy paso para dormirme profundamente.

Hermanos De La MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora