La Unión

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Eva, conociste a... Judith?.

Esas cuatro palabras sirvieron para que en Eva haya un cortocircuito en su cerebro, dios, recuerdo el momento tan trágico, nunca pensé que iba a reaccionar así.

— Eva, conociste a... Judith?. — Pregunto tímida, pero curiosa a la vez, hace mucho espere que alguien me pueda hablar de ella.

Me miró, cerro los ojos a medias, intentando recordar, pero algo pasó.
— ¡Mierda!. — Gritó con todas sus fuerzas mientras llevaba sus dos manos a la cabeza, como si quisiera apasiguar el dolor que se estaba atormentando en su mente.

— ¿Eva?, ¿Eva qué pasa?. — Empiezo a entrar en pánico, mis ojos perdidos en el dolor de ella, puse mis manos en su cara para que me miré.

Apoya su cara débilmente en mis manos, y me mira, mis ojos esmeraldas se encuentran con los de ella, un brillo se aparece por sus pupilas, por alguna extraña razón, en los míos también, podía sentirlo, nuestros ojos conectaron.

Eso acabó cuando Eva cerró los ojos de golpe no soportando el dolor de su cabeza, mientras largaba un gruñido por la molestia que se iba agrandando cada vez más en su cerebro. Reacciono, y me voy en busca de un doctor, pidiendo a gritos que vengan a ver a Eva.

— ¡Doctor, venga por favor!. — Aparece el doctor casi por arte de magia, viendo en mi cara la preocupación, sin hablarme entró a la habitación, me impidió que pase, llamó a enfermeros y se pusieron a atenderla.

Quedé paralizada, mirando la puerta de la habitación de Eva, nunca pensé que una simple pregunta iba a causar tanto alboroto en ella, que ni siquiera fue por su culpa, su cerebro se encargó de que ella termine en un... cortocircuito.

Aparecen Thomas y Jasper corriendo hacia mí, agitados, y con la preocupación hasta en las venas, empezaron a mirarme de arriba a abajo para verificar si estoy bien.

— ¡¿Estás bien?!, ¡¿te pasó algo?!. — Pregunta Thomas mientras posa su mano en mi frente suponiendo que tengo fiebre, algo que siempre hacia cuando me sentía mal.

— Estoy bi... — Me interrumpe Jasper con exactamente la misma preocupación de Thomas, son tal para cual.

— ¡¿Te duele algo?!. — Abro la boca para responder pero se interpone Thomas acotando a más preguntas sobre mi bienestar.

— ¿Te lastimó Eva?, yo sabía que no tenías que haber ido, te dije. — Rodeo los ojos, cansada de que me interrumpan.

— Pasa que está niña es terca, ¿dónde te lastimó linda?. — Responde Jasper acercándose a mí.

— Ey. — Empuja a Jasper con una mano alejándolo de mí. — ¿De dónde sacaste tanta confianza vos como para decirle linda a mi hermana?.

Se le forma una sonrisa inocente en su rostro. — La tomé cuando tu hermanita me nombró novio en este lindo hospital. — Con una mano le señala todo el hospital para luego guiñarle un ojo haciendo enojar aún más a Thomas.

Noto que Thomas se le acerca a Jasper, lo señala con el dedo índice y empieza a hacer un sermón, como siempre. — Te estás pasando Jasper, y lo sabes. — Jasper iba a responder pero se lo impedí para evitar más peleas.

— ¡Ay, ya!. — Grito con los brazos cruzados llamando la atención de los dos causando que me miren. — ¿Pueden dejar de pelear por un segundo?, parecen niños. — Ellos bajan la mirada al mismo tiempo como perros regañados, se me forma una sonrisa que la tapo mordiéndome el labio inferior.

Suspiro y hablo. — No me pasó nada, estoy bien, si llamé al doctor fue porque Eva se empezó a sentir mal. — Los dos levantaron la cabeza para mirarme, luego se miraron entre ellos, y me volvieron a mirar.

Hermanos De La MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora