...
Rini
Siempre pensé que el rostro de Evie Mae era precioso, me parecía justo que una persona con un alma tan noble tenga una apariencia que la representara. La primera nevada cayendo alrededor de ella la hacía lucir como un ángel.
Aunque después de todo, es un ángel quien tiene los dominios del infierno.
—¿Qué haces aquí?
Sin siquiera titubear ante su presencia, Daisy se puso de pie dispuesta a enfrentarla. Aún adormecida por mis pensamientos me coloqué a su costado. Evie Mae nos observaba divertida, empezó a pasearse lentamente por el sendero.
—El pobre equipo de fútbol, al que nadie apoya, tiene un juego la próxima semana. Vine como representante del consejo a brindarles nuestro soporte —Su tono de voz era irónico y hasta despectivo —. Pensé que lo sabrías Daisy, después de todo, tú novio está en ese equipo. ¡Ups! Olvidé que ya no estaban juntos.
—Así que en esto te has convertido —exclamó Daisy entre dientes —. En una perra sin sentimientos.
Evie Mae movío uno de sus dedos negando.
—Siempre he sido esto Daisy, que tú creyeras en mis mentiras es otro tema.
Percibí como el cuerpo de Daisy se puso tenso ante esa respuesta. Evie Mae actuaba fría y calculadora, su rostro era una oda al cinismo. En cambió Daisy temblaba como una hoja marchita ante el inminente viento invernal.
Decidí armarme de valor y tomar las riendas del asunto.
—¿Por qué lo hiciste Evie Mae? ¡Pensé que éramos amigas!
Me sentía furiosa y desamparada. Nos había utilizado para destruirnos, mientras ella... ella era compadecida por todo el mundo. La expresión de Evie Mae al girarse hacia mí era escasa, no indicaba ningún tipo de emoción.
—No tengo nada que explicarle a dos simples peones derrotados —Con un total control sobre sus gestos, volvió a su típica expresión de dulzura —. ¡Ojala disfruten su tiempo juntas!
Ni Daisy, ni yo hicimos algún intento de retenerla. Era contraproducente para nosotras, a Evie Mae solo le bastaba abrir su boca para que las dos fuéramos expulsadas. Cuando pensé que Daisy se había calmado, volteé a ver como se desplomaba sobre sus rodillas y gritaba llena de furia.
La verdad nos había golpeado a ambas como si fuera una avalancha.
—Cuando me dijiste que íbamos a ir a la competencia interescolar de gimnasia rítmica, pensé que querías que le dé esa excusa a mi mamá, no que hablabas en serio.
Emilia y yo estábamos en la puerta del coliseo metropolitano, necesitaba apoyo moral para lo que estaba apunto de hacer y aparte ella si sabía algo de gimnasia.
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Crisálida
Teen FictionCrisálida: De cómo crecer y no perder el corazón en el intento. Jardín de Secretos #1 A Rini Gallardo solo le interesan tres cosas: Sacar las mejores notas, pasar tiempo con sus amigos e ingresar a una prestigiosa universidad al graduarse. Sin embar...