Capítulo XIII - Parte 1

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"Érase una vez una oruga y una mariposa que eran enemigas, debido a eso se comprendían mejor que cualquiera"

Rini

Había veces en las que cruzaba por mi mente el pensamiento de que el destino era retorcido.

La primera vez fue cuando tuve que aceptar el hecho de que sólo podría crecer cinco centímetros más en lo que me quedaba de vida. Así como cuando el timador me dijo que la persona con la que salía era la margarita podrida, siendo ella quien me impulsó a declararme.

Y últimamente cuando miraba a Alain, solía pensar que era injusto que él no pudiera ser "Albert". Podríamos haber sido muy buenos amigos.

Ahora mismo pensaba eso, se supone que los tipos arrogantes, malvados y exitosos en los juegos en línea, no tenían éxito en la vida real.

Pero era obvio que esa regla no se aplicaba en 69.

—¡¿A QUIEN LE DICES PEQUEÑA SABANDIJA GÓTICO DE CLOSET?! —increpé violentamente.

Su mano se dirigió peligrosamente a la cima de mi cuerpo para finalmente atrapar a mi cabeza con ella.

—Tranquila, aún no me decido entre pequeña sabandija, gnomo de jardín o tití pigmeo.

La expresión de su rostro era burlona y arrogante ¡Dios lo detestaba tanto! ¡¿Por qué, por qué, por qué?!. De un momento a otro, tenía su rostro junto al mío.

—Dime...¿Cuál te gusta más?—susurró.

Al darme cuenta que la fuerza de mis brazos no eran nada contra la tenacidad de su agarre, decidí patear su rodilla. La respuesta fue mi cabeza libre y él saltando en un pie, sosteniendo la extremidad herida.

—¿Por qué estás aquí, asqueroso indeseable? —grité, mientras retrocedía tres pasos para ponerme a salvo.

—Créeme que me pregunto lo mismo zunzuncito* —exclamó mientras se volvía a parar con ambos pies. —Según Charles, solo veníamos por un nuevo sabor de helado y cuando desapareció, me llamó diciendo que se vería aquí contigo.

No podía confirmar la veracidad de su declaración, pero era cierto que lucía igual de enojado y confundido que yo.

Una aguda y conocida voz destruyó nuestra guerra de miradas.

—¡Así que tú eres 69! No puedo creer que tenías razón Charles, en serio parece un modelo de revista. —Emilia y su desbordante energía habían llegado haciendo que 69 y yo relajemos nuestras posturas.

—¡¿Qué mierda significa esto Charles?!— El ataque de 69 hizo que dirigiera mi mirada hacia la persona que se acababa de colocar al lado de Emilia con una bandeja de helados.

Cabellos dorados, ojos castaños y vestimenta de hijo de postulante político. De todas las maneras en las que me imagine al Capi, nunca cruzó por mi mente esta.

Era como ver a un senador menor de edad.

—Significa que hoy conoceremos la ciudad con estas dos agradables señoritas ¡Y deberías dejar de comportarte como un jodido asocial de mierda y agradecerme!— arremetió Charles.

Justo cuando creí que la situación no podría ponerse más bizarra para todos, Emilia soltó un comentario que no sabría si agradecer o no.

—¿Han visto mis zapatos? — Emilia dio una vuelta como modelando su calzado — ¡Son fosforescentes!

Cuando el silencio se hizo presente entre los cuatro, empezamos a mirarnos los unos a los otros sin sentido y cuando menos lo esperé, una risa incontrolable brotó de mi boca, generando que todos hicieran lo mismo.

CrisálidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora