Capítulo VIII

806 112 167
                                    


"Érase una vez una mariposa que fue guiada por una oruga, y desde ese entonces vive perdida deseando volver a encontrarla"


Hace poco más de 1 año y 3 meses...

Alain


Me sentía como la mierda.

Me retracto, los jóvenes como yo no usan ese lenguaje.

A pesar de eso no encontraba otra manera de expresarlo, de hecho me sentía como la mierda.

¿Era normal?, suponía que era común en las personas sentirse así cuando acababas de terminar con tu pareja, sin embargo mi problema no era eso.

Haber terminado con ella me daba mucha tranquilidad.

Levanté la mirada del suelo y me sorprendí al ver las inhóspitas calles ante mí, recordé entonces que habían cerrado el parque de Alicia por labores de mantenimiento. Aunque eran más de las 10 de la noche, era poco natural ver ese escenario tan vacío.

Como decía, creía firmemente en que se debía terminar una relación cuando no se sentía más afecto por la otra persona. Alargar algo que no puede brindarte felicidad es solo generar desgracia para ambos.

Claro que eso se aplicaría a mi caso si yo hubiera estado enamorado. Pero yo no había amado a ninguna de mis ex-parejas.

Tal vez puede que haya llegado a sentir algo de aprecio, pero nunca amor. Porque no sabía que era el amor de verdad. Si las personas lo descubrieran creerían que era un ser desalmado por andar ilusionando jovencitas prometiéndoles un amor apasionado y eterno. Pero no, yo nunca hacía promesas de amor.

Porque sabía que no las cumpliría, así como ellas tampoco.

Ellas creían amarme de una manera devota e intransigente. Que estarían a mi lado para siempre, que afrontaríamos juntos todos los problemas que aparecieran en nuestro ferviente romance. La perfecta pareja para mi, del siempre idolatrado, risueño y generoso Alain Valle-Rojo.

Pero ellas no podían amar a Alain Valle-Rojo, porque ese no era yo.

Aunque tampoco sabía quién era yo.

El problema es que si le explicas eso a tu novia en medio de una fiesta, puede reaccionar de manera muy grosera, como pisando tu teléfono desquiciadamente o escondiéndote la billetera cuando dijiste que te irías de allí sin ella.

Había actuado de manera insensata, debí haber pedido el taxi antes de irme de forma dramática.

Volviendo al tema, no sabía quién era yo. Mi familia había trabajado generaciones para que llegara a un lugar privilegiado sin mayor esfuerzo. Lo único que tenía que hacer, como decía mi madre, era comportarme.

Cuando hace años atrás la imagen de mi familia fue dañada a base de una serie de escándalos, de los cuales no estoy del todo seguro que hayan sido falsos, las individualidades se acabaron.

Debía ser el mejor estudiante, el joven más cortés, respetuoso con mis superiores y dadivoso con los que estaban por debajo de mi. Destacarme en todo lo que esté al alcance de mis manos pero no lo suficiente como para descuidar mi reputación. Salir con alguna muchacha de buena familia que aparentara ser sensata y correcta aunque en el fondo sea una desquiciada. Y finalmente liderar el conglomerado familiar persiguiendo el mismo objetivo que mis predecesores:

El Grupo siempre está primero.

¿Suena bastante bien, no?

Hasta cierta edad creí que estaba bien ser ese Alain. Se me daba bien y no generaba problemas. Mas, al crecer fui descubriendo que trataba de esconder actitudes que no eran del todo correctas para ser Valle-Rojo pero sí para mí.

CrisálidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora