Capítulo XXX

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"Érase una vez una oruga que vio a los lirios florecer"


Rini

Eran tres las veces en las que había estado en una habitación con un chico a solas.

La primera vez fue a mis 12 años. El Timador me invitó a jugar play en su casa, la puerta estuvo abierta todo el tiempo y su madre nos espió como un águila cuidando a su polluelo. Fue divertido, gané la mayoría de veces.

La segunda vez sucedió hace unos meses. Cuando estando muy ebria y con el corazón roto terminé en la habitación de Lucas junto Alain. De aquella ocasión aprendí algo crucial: el beer pong es una porquería.

Y esta es la tercera.

A solas con Ronan Rothschild.

Mi ruta de escape se veía obstaculizada por una especie de batalla épica entre una anormal cantidad de cubos rubik y figuras de colección en el suelo.

Me encontraba en un sillón de cuero inundado de cojines. Ronan, con toda la gracia de un príncipe infernal, estaba recostado en un sillón con apariencia de trono. En sus manos descansaba la fotografía de su nacimiento.

Sí, la foto de las mentiras.

—¿Lo sabías? —pregunté.

—Sé muchas cosas y desconozco otras — dijo solemne —. Por ejemplo, sé que nací aquí y que alguien cuido de mi madre mientras escapaba. Pero no sabía en dónde, ni con quién estaba.

—Ya veo.

69 deslizó el retrato a lo largo de la mesita entre nosotros, sorteando la comida chatarra y los empaques vacíos de "La esquinita deliciosa", se había vuelto el cliente estrella en poco tiempo.

Pronto descubrí que no era su habitación debido a la falta de cama. Aunque tampoco era la biblioteca, pues allí solíamos estudiar con Daisy y Charles.

Creo que era una especie de "estudio personal".

—Que tanto ruedas los ojos, libélula.

—¡¿Alguna vez vas a dejar de llamarme como insectos?!

—No lo creo. Cada que encuentro una forma de fastidiarte, no puedo resistirme a ello.

—Lo único que no puedes resistir es ser un nerd.

Tomé un cojín y lo lancé con furia. Él lo esquivó moviendo su cuello con ligereza. Maldita sea. ¿Por qué tenía tan mala puntería? ¿Acaso todos eran buenos para esquivar menos yo?

—¿De qué hablas odonata* fea?

—¡De eso! Nadie utiliza la palabra "odonata''. Posees notas altas, sabes de programación y coleccionas libros de diplomacia. Lo único que te falta es ser jugador en línea. ¡Oh espera! ¿Qué es esto? —comenté sarcásticamente sosteniendo un trofeo— ¿Jugador revelación del año en LOW? ¡Eres todo un nerd!

—Los nerds no tienen ni una sola pizca de sentido estético. Yo tengo un amplio conocimiento de la moda.

—Oh, perdón usted majestad nerd con estilo.

—Estás buscando que te aplaste con un zapato.

Lancé otro cojín y le di en la cara. ¡Eso Rini!

—¡Ven e inténtalo! ¡Señor "tingi sintidi di li midi"!

La corriente de emoción de mi pequeña victoria fue opacada cuando noté a Ronan sosteniendo un cojín del tamaño de un niño. Pero no cualquier niño, era un niño que sí había comido todas las verduras de su sopa.

CrisálidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora