Me estaba lavando las manos cuando me di cuenta de que mi ángel guardián se había ido a tomar un descanso, porque frente a mí había un objeto delgado y cónico que tenía contenido color rosa coral.
Un labial.
Giré mi rostro y allí estaba Daisy Camps frente a mi. Dio un paso hacia adelante y la puerta se cerró por inercia.
Quieta como una estatua, Daisy me miraba aturdida. Sus ojos pasando a través de mí y mi actual secreto.
—Rini.
—Daisy.
Ninguna de las dos dijo algo más, juraba que podía cortar la tensión con un cuchillo.
Piensa, piensa, piensa.
Ella no puede saber a ciencia cierta que estaba aquí.
—Que vergüenza, Daisy, lo siento muchísimo, veras pensé que no iba a entrar nadie más que yo, y no me pude aguantar —Daisy cambió su expresión a una confundida y continué:
—Pero soy una boba, me tomé ese juguito de la máquina expendedora ¡Y no leí que tenía leche! Vine corriendo al baño porque...—Agarré mi pancita y baje la mirada como con mucha vergüenza —No pude aguantar los gases.
Créetelo, créetelo, créetelo por favorcito.
—¿Estas así porque piensas... —Se detuvo como si procesara lo que estaba a punto de decir —...que te oí tirarte gases?
—¿Por qué más me mirabas así entonces?— respondí fingiendo ignorancia.
—Porque... —Me miró a la cara, bajó a mis manos y sacudió la cabeza—... Olvídalo, no oí nada, solo vine a recoger un labial que me olvidé.
—¡Claro, que tonta fui! —Tomé con velocidad el labial y se lo extendí, ella lo tomó —Es obvio que algo tan lindo era tuyo, por favor no le cuentes esto a nadie.
Si no me ganaba un Oscar por esto, la academia se estaría perdiendo un talentazo.
—Claro que no, al contrario para ayudarte a evitar estos inconvenientes de comida, el lunes siéntate conmigo.
"¡¿QUÉ?!"
—¿En serio? ¡Qué emocionante! —exclamé con un montón de falsa emoción.
— Claro que sí, nos vemos entonces.
Y así como apareció, desapareció.
Sentí como el aire volvía a mis pulmones. Esta en definitiva había sido una de las situaciones más peligrosas de toda mi vida, después de aquella vez en que me perdí en el super a los 6 años. Me mojé rápidamente la cara para refrescarme y me fui como alma que casi se la lleva Daisy Camps, digo el diablo, a mi salón de clases.
ESTÁS LEYENDO
Crisálida
Teen FictionCrisálida: De cómo crecer y no perder el corazón en el intento. Jardín de Secretos #1 A Rini Gallardo solo le interesan tres cosas: Sacar las mejores notas, pasar tiempo con sus amigos e ingresar a una prestigiosa universidad al graduarse. Sin embar...