Capítulo XXXV

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"Érase una vez una oruga que vio como todas las flores del jardín se marchitaron sin poder evitarlo"


Rini


Rojo. Últimamente ese era el color del que tornaban mis pensamientos antes de dormir. Cascadas de rubíes derramándose entre mis dedos, de un tono tan escarlata que no distingo la piel en mis manos. Me ahogo con una sustancia viscosa que es expulsada por mi boca con dolor. Sangre, mis piernas están rotas y mis ojos lloran sangre. Estoy en un jardín lleno de tulipanes y al caer el sol los todo se tiñen de un tono carmesí. Corro asustada, pero me alcanza.

Despierto entre gritos, me falta el aire. Papá me abraza y mamá soba mi espalda con dulzura. Nunca creí que mi color favorito sería el protagonista de mis pesadillas. Hay algo aterrador en que las cosas que amas se tornen peligrosas.

—¿Sabes Gallardo?, soy yo la que tiene una herida de bala en la pierna así que quita esa cara de mierda y pásame el contrabando.

Salí de mis pensamientos y observé el bonito rostro de Daisy. Había pasado por una operación de emergencia y no contaba con una buena ducha en días, pero seguía luciendo como la portada de una revista de modas.

—Hey, quieta Camps. ¿Sabes lo mucho que me costó poder sacarla de casa? Esta que da un enorme paso aquí. Así que no abuses de mi confianza, porque apenas acabas de ganar algo de mi respeto.

—Lucas, tranquilo. Perdón, Daisy. —Saqué de mi pequeña cartera dos barras: una de granola y otra de proteína de chocolate. Lo deje en su mesita junto a un pudin de caramelo. Evitaba en lo posible el contacto físico—. Papá nos trajo aquí y también va a recogerme, lo cual me hace sentir más tranquila.

—Aunque con menos privacidad —completó Lucas.

—¿Qué sabes de Emilia? —preguntó mientras mordía la barrita.

—Me escribió un correo diciendo que le habías contado el martes pasado.

Daisy asintió mientras pasaba su bocado.

—Me escribió un correo, el día del... bueno tu sabes. Solo decía: "Pasenla bien y disfruten su vida escolar, mis dulces amigas". Tuve que responderle con la verdad.

—Eso suena muy de ustedes.

En sus siguientes preguntas solo se dirigió a Lucas. Daisy sabía que lo último que quería hacer era adentrarme en la realidad que me rodeaba, pero ella siempre había sido del tipo "lánzate la piscina".

—¿Qué sabes sobre...—Daisy meditó un momento su pregunta —, todo?

Lucas tomó una silla cercana y dio un suspiro. Estábamos solos debido a la situación de Daisy.

—¿Por dónde quieres que empiece?

—Evie Mae —respondió sin mirarlo.

—El tipo que la acompañaba era un seguridad que ha trabajado con su familia durante toda su vida. Al parecer, sentía una deuda hacia ella y por eso obedecía todo lo que le ordenaba.

—¿La sentenciaron? —consultó Daisy.

—Está en un centro psiquiátrico juvenil, debido a un montón de desórdenes de los cuales no tengo la capacidad de aprender el nombre. Estará allí hasta su mayoría de edad y luego será trasladada al centro para adultos, en donde deberá estar por 5 años.

—¿Sólo 5? ¡Pero eso no es suficiente! Es una mente criminal, con altos dotes manipulativos. Tengo una pierna perforada y me lesioné la rótula al caer. Rini fue golpeada por su entretención y está afectada psicológicamente.

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