"Érase una vez una oruga que ignoraba las sombras de los árboles, y sin darse cuenta, terminó perdida en el bosque"
Rini
Hambre.
Tenía mucha hambre.
Mi apetito incontrolable era común en época de exámenes, sin embargo la preparación del ensayo para la universidad, mis sesiones de repaso en la casa de los Grimaldi con Charles y Daisy, la preocupación creciente por Evie Mae clavándome un cuchillo en cualquier momento, la continua competencia con Ronan y la súbita mejora de Alain en el club desde que volvimos a hablar, estaban acabando con toda mi energía.
—¡Por aquí, Rini!
Nunca dejaría de asombrarme lo diferente que era Alain de Ronan, mientras el pelinegro manejaba un auto que sería reconocible a kilómetros de distancia, Alain pareciera que para la elección de su Volvo negro hubiese tenido que seguir alguna norma de etiqueta.
—Perdona la demora, estaba revisando unos temas sobre mis ensayos de postulación.
—Esperar no cuesta nada, así que no tienes que disculparte. ¿Nos vamos? —respondió abriendo la puerta del copiloto.
Ronan y Charles habían tenido que viajar de emergencia por un tema familiar del segundo, al parecer la hermana mayor de este se había unido a su abuela y tío para solicitar una reunión de accionistas y poder retirar al padre del rubio de la junta.
Ronan no podía dejarlo ir solo ante una situación tan delicada y le pidió a Alain —muy en contra de su voluntad— recogerme de la escuela ante el temor de que Lucas no fuese capaz de intimidar a Evie Mae.
—Luces exhausta ¿Lockland fue muy severo? ¿Deseas tomar algo?
Alain posó el dorso de su mano en mi frente al llegar a la primera luz roja, el rubor de mi rostro y mi falta de respuesta le hacían creer que pudiese tener un resfriado. No obstante, el motivo era otro:
Mi cerebro proyectaba el recuerdo del beso cada vez que observaba su rostro.
¿Era posible tener dos primeros besos?
Recuerdo no poder conciliar bien el sueño durante una semana luego de que Ronan me robara un beso el día que nos conocimos, ahora me pasaba casi exactamente lo mismo con Alain.
Excepto que a Ronan no lo veía casi todos los días en la escuela.
Detestaba no poder controlar lo que sentía, mis más recientes falencias en los debates del club eran porque no podía evitar que mi cerebro divagara en lo bien que combinaba el color azul de sus ojos con el castaño cobrizo de su cabello cuando por la ventana lograban ingresar algunos rayos de sol.
¿En esto me había convertido? ¿En un manojo incontrolable de hormonas?
—Yo... —dije tratando de formular una oración coherente en contra de la voluntad de mi cerebro. En ese momento, algo parecido al rugido de un monstruo en una película infantil sonó.
Mi estómago acababa de gritar: ¡Aliméntame, estúpida! De la forma más humillante posible.
Más sonrojada que un tomate, escondí mi rostro haciéndome una bolita humana ante la súbita vergüenza. No me sucedía desde que tenía 11 años y ahora tenía que pasarme con la persona menos adecuada. Antes de que pudiera pronunciar una disculpa por el bochornoso espectáculo de mi organismo, una cálida risa rompió con toda la tensión del ambiente.
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Crisálida
Teen FictionCrisálida: De cómo crecer y no perder el corazón en el intento. Jardín de Secretos #1 A Rini Gallardo solo le interesan tres cosas: Sacar las mejores notas, pasar tiempo con sus amigos e ingresar a una prestigiosa universidad al graduarse. Sin embar...