Capítulo XXIII

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"Érase una vez una mariposa que no quería mostrar sus alas, y no porque fuera tímida, sino porque al agitarlas desataba tormentas"

Ronan


La playlist ochentera sonaba fuerte y hacía un frío de mierda.

Esta ciudad me había brindado una nueva definición a "sentir frío". Pensaba que era debido a la humedad del lugar, por ende aún con mi recién estrenado uniforme de invierno, la bufanda y los guantes, sabía que necesitaría otra capa de ropa.

Comencé a buscar en mi closet una prenda para cumplir con ese objetivo.

—¿Queen? Parece que alguien anda de buen humor.

La voz de mi nana no me distrajo de la tarea, salí del closet y extendí frente a ella dos ganchos con gabardinas.

—¿Cuál de las dos?

Observó las prendas de ropa con una seriedad propia de tomar una decisión que afectaría al futuro del país.

—Aunque adoro como te ves con camel, no siento que sea un color de temporada —se adentró en el closet y me extendió otro gancho —, usas demasiado negro, así que este gris hará resaltar el bello color de tus ojos.

Lancé los otros ganchos, me coloqué la gabardina y sonreí al espejo.

—Te ves bien Rothschild —me susurré a mi mismo.

Mi nana me daba desde atrás una mirada curiosa.

—¿A qué se debe tanta felicidad?

—¿Acaso no puedo-

—¡A una chica! —gritó Charles desde el marco de la puerta.

El idiota ingresó a mi habitación y se colocó al lado de mi nana, la cual hizo un perfecta "o" con sus labios debido al asombro.

—¡¿Una chica?! ¡¿Y por qué yo no sabía nada?! —dijo ofendida. Luego giró su mirada hacia mi mejor amigo —. Charles, ¿por qué parece que te vas de excursión al Everest?

Charles parecía sacado de una revista de deportes de nieve, aparte del uniforme de invierno, un saco, los guantes y la bufanda, llevaba una gorra de lana, un suéter por dentro y unas orejeras.

—¡Tengo mucho frío! —exclamó con voz quejosa. —He vivido toda mi vida en climas tropicales, la última vez que estuvimos aquí no era así.

Mi abuela solo se rio y negó con su cabeza. Tomó mi mano con premura y la encerró entre las de ella.

—¿De qué chica habla Charles? —me hizo sentarme a su lado, sus ojos brillaban ilusionados —¿Cómo se llama? ¿En donde se conocieron? ¿No le aburre tu actitud? Siempre supe que las clases de bailes servirían... ¿Es linda? Ah, pero que tonterías pregunto, claro que te parece linda...

—Nana...—corté su verborrea exasperado. —No hay ninguna-

—¡Su nombre es Rini! Y se conocieron en línea. Se para haciendo el pendenciero con ella, pero es obvio que le gusta. Tiene un rostro lindo, aunque no es tan hermosa como mi adorada Emilia.

Empecé a imaginarme el hipotético escenario en donde asesinaba a Charles. ¿Mi nana me delataría o me apoyaría? Si bien yo era su nieto, Charles era como su cómplice. Lo más seguro es que me deje escapar pero luego me delataría.

—¡Deja de tramar el asesinato de Charles! Y no, no te ayudaría a esconder el cuerpo — mencionó ligeramente enfadada y luego me abrazó— ¡Todo tiene sentido ahora! Por eso tu desánimo para estudiar en el extranjero, tu repentina mudanza aquí y ahora, la música ochentera. ¡Por fin!

CrisálidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora