Capítulo XXXI

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"Érase una vez una oruga que se preguntó si el hilo que tejía podía hacerle daño"

Rini

De niña solía imaginarme a la biblioteca principal de Keycoast como una fortaleza protectora de sueños. Ya saben, resguardada por caballeros, dragones, magos y un millón de criaturas plasmadas en páginas llenas de emoción, romance y aventuras.

Mas, en este momento aquella fantasía infantil se veía opacada ante el crudo peso de la realidad reflejado en el rostro de Emilia. Daisy y yo tomamos asiento frente a ella en la mesa más apartada de la sala de lectura.

—Gracias por venir —dijo solemne.

—Emi, ¿estas bien?

—Porque no luces nada bien — agregó Daisy.

Le di una mirada acusatoria a la castaña y proseguí.

—Charles está en un prolongado estado de tristeza y Ronan va hacer una redada en tu casa sino le respondes a su amigo.

—Sería genial si lo hiciera —bufó con desgano —. Aunque no creo que logre mucho.

La bonita cara de Daisy se vio transformada en una mueca de enojo. Tenía poca paciencia para asuntos escabrosos, era partidaria del: " Al mal paso, darle prisa". Emilia desvío su rostro mientras una lágrima descendió recorriendo sus finas facciones.

—Mi madre me descubrió que me estoy comunicando con Jacques Da Cordier.

—Tú, ¿qué?—acusé sorprendida—Emilia ese fue absolutamente irresponsable ¿Qué tenías en la cabeza?

—Creo que Emilia tiene derecho a conocer sobre su origen, no puedes acusarla por eso. —atacó Daisy.

—Oh vamos Daisy, no estas defendiendo su actuar sin sentido. Pudo haber buscado otras formas.

—¿Cómo cuál? ¿Preguntarle a la señora que posiblemente no es su madre? ¿Contratar a un investigador privado? Te dejas dominar por el miedo para mantenerte a salvo, Gallardo. Pero no siempre es lo correcto.

"¿Miedo a lo desconocido? Yo no soy así."

Antes de que pudiera responderle a Daisy, Emilia nos detuvo.

—Basta. Tal vez esta sea la última vez que nos vayamos a ver en bastante tiempo y no quiero que sea de esta forma.

Intercambié una mirada de resignación en busca de no empeorar la situación. Emilia se veía frágil, como si hubiera crecido 10 años en tan solo unos meses y su cuerpo no pudiera soportarlo.

— ¿Qué tanto ha descubierto?— susurré sin saber qué preguntar —. ¿Es muy grave?

—No sé qué tanto ha descubierto, cometí el error de usar mi laptop para contactarme. Él me confesó que ... —Sonrió como si solo quedara burlarse de la ironía — mi tía me utiliza como chantaje para obtener dinero a cambio de su silencio, verifiqué algunas de sus cuentas bancarias ...es cierto.

—¿Entonces es verdad? —masculló Daisy incrédula —. Eres hija de Jacques Da Cordier y tu madre en realidad no es tu madre, sino tu tía.

—¿Pero por qué no ha hecho nada durante tanto tiempo? —pregunté.

—Al parecer, Jacques creyó que mi madre murió de una sobredosis mientras estaba embarazada. Incluso me enseñó fotos de ella con él. Cuando aparecí viva bajo el cuidado de mi tía, él era famoso, tenía una adorable familia y quería evitar un escándalo. Yo solo... era una mancha de su pasado que quería borrar.

CrisálidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora