𝕱𝖊𝖊𝖑𝖎𝖓𝖌𝖘 || Merodeadores [pausada]

- LIV - De noche

El día en general fue maravilloso. No había momento en el que dejase de esperar impacientemente el plan de Sirius. Lo malo es que debíamos esperar hasta la noche.

Comimos y pasamos el día juntos, hablando de cualquier cosa. Incluso en algún momento nos habíamos transformado en nuestra forma animaga para disfrutar corretear con nuestra agil forma canina.
El empeño de Sirius por seguir lo tradicional era molesto, aveces. Pero sumamente encantador, hacer actividades tajadas a la antigua era hermoso.

Por fin, la luz diurna amenazaba con comenzar a desaparecer pronto, por lo que Sirius me guió al castillo, más concretamente en la sala común, donde suplicó que esperase unos minutos.
Accedi con curiosidad palpitante.

Algunos alumnos de Gryffindor entraban y salían, subían y bajaban, pero lo único que había en mi mente era el azabache de ojos grises y lo que había planeado.
Me sentí mal por no haber tenido nada más, pero pensaba preparar sorpresas para la siguiente vez. Si lo había.

Cuando ya comenzaba a inquietarme de la impaciencia y su ausencia, unos ojos grises se asomaron por la puerta de la sala común, lucia una sonrisa arrogante y decidida. Claro orgullo propio que me hizo sonreír.

Cuando clavo sus ojos en mi supe que quería que le siguiese. Me levanté agilmente, para después seguirle hasta igualar su paso y poder caminar a su lado.
—¿Estas emocionada?— pregunto mirandome de reojo.

—¿Bromeas?— rei disfrutando de la cálida tarde. —Con tanto misterio ya no se que esperar, creo poder desmayarme en cualquier momento—
La expresión del chico se endureció hasta formar el horror y la preocupación por la posibilidad que acababa de ofrecerle.

—No— contesto con preocupación
—Te necesito consciente— termino con cierta burla acompañada de una carcajada.

—¿Y tu?—
El chico arqueó una ceja meditando su respuesta.
—¿Emocionado?—

—Más que en toda mi vida— aseguró con voz dulce y su sonrisa tierna que solo utilizaba para hacerme sucumbir.
Levanto su brazo, doblandolo para así acercarme su antebrazo y mano, invitandome a que entrelazase sus dedos con los míos.

Después de todo el día así, no sentir el calor y la cercanía del otro se hacía incómodo. Como fuera de lugar.
El sol se estaba poniendo, pintando el cielo de todo tipo de colores cálidos y llamativos.

Bajo esa luz no podía evitar ver los ojos claros de Sirius, que reflejaban los colores del cielo.

Caminamos en un cómodo silencio hasta llegar a los terrenos de Hogwarts, pero Sirius no se detuvo allí, pude notar como me guiaba hacia el campo de Quidditch.
—¿Volar?— pregunte con una sonrisa burlona. Sin embargo el nego con la cabeza.

—No hace falta una escoba para contemplar las estrellas— se defendió. Rei mientras negaba con la cabeza.

—Es verdad, yo las veo cada vez que miro tus ojos— dije con una media sonrisa divertida. El chico se paró para verme con una burlona.